viernes, 28 de marzo de 2008

“Acá todos somos el campo”

ALGUNOS CACEROLAZOS EN BARRIO NORTE EN REPUDIO A CRISTINA KIRCHNER

“Ella quiere que terminemos como Venezuela, con guerrilla.” “Que renuncie, ¿alguien quiere que se quede?”, los jóvenes que se concentraron en Santa Fe y Callao coincidían en la crítica a la política oficial. Nada de diálogo, sólo rechazo.

Por Diego Martínez
/fotos/20080328/notas/na07fo01.jpg
“Se rodean de matones como D’Elía, no se la votó para eso”, repetían en Santa Fe y Callao.

La leyenda sobre cartulina era cierta: “Todos somos el campo”. No es que a los vecinos de Barrio Norte les dio un brote de solidaridad. Al contrario. Ninguna de las personas que anoche se reunieron cacerola en mano en Santa Fe y Callao era rata de ciudad. El más lejano de los veinte que charlaron con Página/12 tenía novia paisana y, más importante aún, suegros paisanos. Pero “¡Con el campo no se jode!”, explicaba otro cartel, más grande.

“Por los pollos y el campo. ¡Fuera K!”, escribió Mariana de Roque Pérez.

–¿Por qué estás acá?

–Se me mueren los pollos.

–¿Hay retenciones a la exportación de pollos?

–No, pero los camiones no pueden pasar y la culpa es de la Presidenta. No la acepto desde el vamos –se sinceró.

–¿Qué medida esperás que tome?

–Que renuncie ¿Alguien quiere que se quede? Ella quiere que terminemos como Venezuela, con guerrilla.

–¿Hay guerrilla en Venezuela?

–No sé, pero están todo el tiempo peleándose, los piqueteros contra las clases altas.

Hizo una pausa, temió haberse enredado y pidió: “No pongas mi apellido”. Cumplido.

No era una interpretación aislada. “Andate o Venezuela o Cuba”, invitaba un cartel. “Cristina: ¡exilio!”, otro. Una amiga intentó socorrerla: “Generan revueltas sociales en sus países. Se rodean de matones como D’Elía. No se la votó para eso”.

–¿A quién votaron?

–A Lavagna, lo único que había.

Los perfiles eran inconfundibles. Edad promedio: 18 a 25 años. Varones de boina y bombacha Cardon, camisa Polo, chomba Kevingston. Las chicas, lejos del estereotipo de flaca porteña, lucían rozagantes, rubias, con esa ostentación de vida sana típica de quien creció con leche espesa de vaca recién ordeñada, pan casero y abundantes chacinados. Los carteles no dejaban mentir: Lobos, San Antonio de Areco, La Pampa, Tres Arroyos.

“Cristina quiere que nos enfrentemos el pueblo contra el campo. No debe ser así”, explicó Guillermo Urruty, productor de Coronel Suárez que viajó sólo para manifestarse. Su reclamo fue de los más moderados: “No queremos retenciones móviles, queremos que las retrotraigan al treinta por ciento”. Su hija Paz, estudiante de Psicología de la UBA, agregó: “El desabastecimiento lo genera el Gobierno con las retenciones. Con los discursos confunde. Muchos pequeños productores ya se fundieron. La diferencia con la ciudad es que la gente de campo es consciente de que si se funde el campo, se funde el país”. De fondo, la muchachada cantaba: “Si este no es el pueblo ¿el pueblo dónde está?”. El pueblo miraba por TV.

“No nos enfrenten entre argentinos.” “Si sos democrática dejá de mandar matones y bancate que el pueblo no te apoye.” “Cristina: la nueva plaga del campo.” “No protesto con palos. Puedo hablar. Hablemos.” “Dejá de mentir. A los medianos y pequeños nos roban.” “Distribuí las miles de hectáreas que tenés en el sur.” “Patria = Campo.” Eso decían los carteles de los jóvenes que bajaron desde sus departamentos tras el discurso.

Un hombre en andas, canoso, chomba de rugbier, pidió silencio y gritó: “Lo único que hace es darle fuerza a los compañeros del interior. Nosotros también debemos darle coraje, autoconvocándonos todas las noches”, predicó. La masa lo ovacionó.

Fernando Baldivieso, futuro aviador civil, fue el foráneo de la manifestación. “Soy de Buenos Aires. La familia de mi novia tiene campo. Voté a Cristina pero no esperaba esta medida. Argentina es el único país que tiene estas retenciones. De cada cien pesos que producen apenas quince les quedan limpios. Los productores se están yendo a Uruguay”, anunció.

Un muchacho se subió a los hombros de su amigo e intentó arengar:

–¿Vamos al Obelisco?

–Nooooo –fue la respuesta unánime. Se bajó resignado

Página/12 divisó a un hombre mayor, morocho, curtido, creyó dar con un peón que naufragó en Barrio Norte, pero no, tampoco.

“Soy artista, autor y compositor, el caminante número uno del país. Juan Carlos Balvidal me llamo. Canto en San Telmo y Recoleta. Pero soy de Junín, mi familia vive allá y estoy angustiado. Todo lo que llega a la mesa es obra del campo. Me dolió el discurso. Mi familia trabaja, son pequeños productores.”

–¿Reclama que bajen las retenciones o algo más?

–Lo mejor que pueden hacer es irse.

–¿Quién le gustaría que gobernara?

–Juan Carlos Balvidal, el caminante argentino.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Pedido de renuncia para el represor

Alperovich requirió la salida de Luis Ocaranza
Por Diego Martínez
/fotos/20080326/notas/na13fo02.jpg
En Tucumán, el asesor de Economía fue escrachado el lunes.

Un día después de ser escrachado por los organismos de derechos humanos de Tucumán, el gobernador José Alperovich le solicitó ayer la renuncia como asesor del Ministerio de Economía al oficial retirado del Ejército Luis Edgardo Ocaranza, supervisor militar del Departamento de Inteligencia (D2) de la policía provincial y responsable durante la última dictadura del centro clandestino que funcionó en la Jefatura Central de Policía, donde se hacía llamar Alberto Frías.

Según la denuncia pública formulada por la agrupación H.I.J.O.S. regional Tucumán y la organización El Andamio, entre mayo y diciembre de 1977, cuando Ocaranza prestó servicios, fueron vistas en la Jefatura 33 personas, incluidas tres mujeres embarazadas, que permanecen desaparecidas. Página/12 llamó anoche al domicilio del funcionario, quien prefirió no formular declaraciones.

El nombre y apellido de Ocaranza figuran en los listados de represores tucumanos desde 1979. Dos meses atrás los organismos se enteraron de su cargo como asesor. El lunes, en el aniversario del golpe, las tres mil personas que marcharon desde la Jefatura de Policía se detuvieron a cien metros, en Junín 665, y empapelaron la calle de afiches con el prontuario del vecino del 4º A, titulados “aquí vive un genocida”.

“Era supervisor del SIC, el Servicio de Información Clandestino creado en 1975 como control militar sobre el D2. Era la inteligencia del Ejército dentro de la jefatura de policía, la primera escala de la mayor parte de los secuestrados tucumanos”, explicó Julieta Vitar, militante de H.I.J.O.S. “Figura en el informe de la Comisión Bicameral que investigó el terrorismo de Estado en la provincia. En su legajo consta que estaba en el Regimiento de Infantería 19 destinado al Operativo Independencia, es decir a Tucumán”, agregó la abogada. El represor se benefició con la ley de punto final, en los ’90 llegó a ser jefe del Regimiento de Infantería de Montaña 26 y, desde 2004, forma parte del gabinete del gobernador Alperovich.

Desde la reapertura de las causas, la Justicia tucumana procesó apenas a cinco represores. El martes los organismos le reiteraron al juez federal Daniel Beja el pedido de indagatoria de 70 represores que actuaron en la Jefatura de Policía. “La causa tiene cien víctimas y queremos que se eleve a juicio este año. Hay abundancia de pruebas. No queremos que la Justicia se detenga sólo en Bussi o Menéndez”, concluyó Vitar.

martes, 25 de marzo de 2008

Un 24 con dos plazas llenas para no olvidar

Miles de personas participaron en Plaza de Mayo de los actos en repudio al golpe del ’76

El acto por el aniversario del golpe tuvo dos capítulos. Primero, Abuelas, Madres y demás organismos históricos marcharon para pedir la aceleración de los juicios. Luego fue el turno del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, con masiva participación de agrupaciones de izquierda.

Por Diego Martínez
/fotos/20080325/notas/na03fo01.jpg
Los organismos históricos de derechos humanos pidieron la aceleración de los juicios.

Si en los 24 de marzo previos no han faltado memoriosos para recordar el rol de la Sociedad Rural y sus paisanos durante el terrorismo de Estado, su flamante perfil piquetero la ubicó ayer, en el 32º aniversario del golpe de Estado, en un primer plano atípico. A las 16 en punto una bandera imponente frente al escenario principal enlazó el recuerdo de la mayor tragedia argentina del siglo XX con la coyuntura: “Sociedad Rural Argentina. Ayer apoyaron la dictadura. Hoy paran contra el pueblo”.

Por segundo año consecutivo, el acto central en Plaza de Mayo tuvo dos capítulos. A primera hora, Madres Línea Fundadora, Abuelas y demás organismos históricos marcharon para exigir la aceleración de los juicios, cárcel común y perpetua a los genocidas y aparición con vida de Julio López. En segundo turno, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, que entre integrantes y adherentes reunió 409 firmas, sumó a las viejas consignas el reclamo de “basta de represión y patotas contra los que luchan” y “castigo a los responsables políticos y materiales de los asesinatos de Carlos Fuentealba y Lázaro Duarte”.

El Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, comenzó para los organismos históricos a las dos de la tarde, sin una nube que amortigüara el sol. Delante de la bandera con los rostros de miles de desaparecidos se instaló un vehículo raro con un cañón oxidado y carrocería de papel: libros en lugar de chapa. En lugar de “Ejército Argentino” la biblioteca andante circuló con la leyenda “arma de instrucción masiva” y en el baúl una chata con Mi lucha de Adolf Hitler.

Detrás de Madres, Abuelas y de Adolfo Pérez Esquivel se instalaron militantes del Frente Transversal de la CTA, Suteba y la APDH. H.I.J.O.S. regional Capital aportó la más bella atracción artística de la tarde: La Chilinga, un centenar de percusionistas y bailarinas de ritmos afrolatinos, colorados de pies a cabeza con remeras contundentes: “¡Tambores en lucha!”. Para recordar que la dictadura no discriminó barrios ni nacionalidades caminaron con sus banderas comisiones por la verdad y la justicia barriales, y comunidades foráneas que reivindican a sus caídos: japoneses, chilenos, asturianos.

A la cabeza de las agrupaciones peronistas, una “gloriosa jotape”, no más de 30 años promedio, porfió que “a pesar de las bombas, de los desaparecidos, no nos han vencido”. “La Cámpora”, con mayoría del GEN (Generación por la Emancipación Nacional) del legislador e hijo recuperado Juan Cabandié, vivió su primer 24 de marzo con una bandera gigante, máscaras con el rostro de Julio López y remeras para dejar constancia de su lugar en el mundo: “Gracias Néstor. Vamos Cristina”.

La primera gran concentración que acompañó a los históricos corrió por cuenta de Barrios de Pie y Libres del Sur. Al frente, un cartel interminable exigió “Cárcel a Martínez Hoz”. En la esquina de Tacuarí nadie pisó las baldosas que recuerdan a Gastón Riva, asesinado en 2001 durante la huida de De la Rúa. Indiferentes a comparsas y murgas, a pocos metros de la 9 de Julio, donde la Corriente Clasista y Combativa esperaba turno, tres señoras se tomaron un yogurt diet de espaldas a los bombos. Un hombre pulcro que tuvo la mala idea de preguntar por el Tortoni fue guiado por la vereda contraria hasta la mismísima plaza.

A las cuatro en punto, dos miembros de H.I.J.O.S. leyeron en el escenario el documento que suscribieron junto con Abuelas, Madres, Familiares, APDH, Buena Memoria, Hermanos, CELS y Serpaj. Tras la silbatina que tapó los nombres de genocidas exigieron “cárcel común, perpetua y efectiva a genocidas y cómplices” y “Aparición con vida de Julio López”. Repudiaron “la bendición de la cúpula de la Iglesia”, el respaldo de las patronales, la familia judicial y los medios cómplices. No faltaron nombres propios: Sociedad Rural, Blaquier, Clarín, Macri y otros. El documento recordó que “la lentitud consagra la impunidad”, apuntó que hubo apenas trece condenas, exigió “respuestas a las amenazas”, “juicios que reflejen la lógica de los circuitos clandestinos”, “apertura de archivos de la dictadura”, “juicio a Martínez de Hoz y sus cómplices”, “más Tribunales Orales” y un ayudamemoria puntual al TOF5: “los juicios son orales y públicos, no oculten la cara de los imputados”.

El Encuentro Memoria, Verdad y Justicia tuvo una dosis menor de organismos de derechos humanos (a los antiguos, como la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, se sumaron Justicia Ya!, la Asociación Anahí, algunos HIJOS del interior, Correpi y Ceprodh), pero una impecable asistencia de agrupaciones de izquierda. A la vanguardia, tan solitarios como la biblioteca andante, tres muchachos hicieron rodar una pelota gigante bañada de sangre, seguida por un escudo del Mundial ’78 con una calavera en el lugar de la pelota.

Fueron tantas las organizaciones con consignas particulares que los volantes dejaron de entregarse y se empezaron a canjear. La edad promedio de los manifestantes disminuyó. Detrás de los cartelones gigantes de la FUBA y la Coordinadora de Estudiantes Secundarios, el Partido Obrero inundó la avenida con sus banderas: una per cápita. Una mujer joven se desmayó cuando la lectura de adherentes iba recién por la letra C y la voz oficial anunció que “hay varias cuadras de columnas: ¡Estalla la plaza!”.

Perdido entre miles de siglas breves y coloradas, un grupo minúsculo de la Juventud Radical dejó constancia de que “Somos el Juicio a las Juntas”, atípica admisión sobre el fin de la propia historia. Cerca marcharon las Lesbianas feministas y las Víctimas de la impunidad en democracia. En el Cabildo los fotógrafos de Argentina Arde expusieron rostros de policías de civil deteniendo militantes en 2004 durante una visita del FMI. A pocos metros hacía su ingreso el MST. Mientras el rostro de Rodolfo Walsh sobresalía entre pancartas de caídos menos conocidos, un pibe concentrado sentado en el cordón de la vereda estudiaba ¿Quién mató a Rosendo?. Detrás del PTS y de los rostros curtidos del Movimiento Teresa Rodríguez, marcharon los grupos anarcos: “Ni dictadura ni democracia. ¡Viva la anarquía! y más lejos la Red Libertaria”. Cerró la marcha el Partido Humanista, de banderas naranjas y sonrisas amplias.

Seis cuadras más adelante el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia leyó su documento. Allí se criticó la falta de imputados por la desaparición de Julio López y la “actitud de encubrir” la investigación por parte del gobierno. “Los jueces paralizaron, demoraron o desguazaron las causas” sobre la dictadura, destacaron. Lamentaron que “sólo hay tres condenados”, ignorando a los ocho coroneles del Batallón de Inteligencia 601 que purgan su pena, y calcularon que “al ritmo actual en los próximos cinco años no pueden ser enjuiciados más de 20 genocidas”. El texto consensuado por las 409 agrupaciones reivindicó “la valiente ocupación de la plaza de Mayo por las Madres” y aseguró que “logramos que 88 jóvenes recuperaran su identidad”, pese a que Madres y Abuelas hacía ya varias horas que habían tomado distancia de la plaza.

domingo, 23 de marzo de 2008

Campo de Mayo, una deuda de la Justicia

SOLO DIEZ PROCESADOS EN LA CAUSA SOBRE EL MAYOR CENTRO CLANDESTINO DE DETENCION DEL PAIS

Se estima que por Campo de Mayo pasaron más de cinco mil personas. Funcionaron allí cuatro centros clandestinos y una maternidad. Los querellantes pidieron la detención de más de 70 represores, pero apenas diez están procesados.

Por Diego Martínez
/fotos/20080323/notas/na17fo01.jpg
Se sabe menos de lo ocurrido en Campo de Mayo que en otros centros: los pocos sobrevivientes permanecieron encadenados y encapuchados.

Junto con las investigaciones de los crímenes cometidos en la ESMA y el Cuerpo I de Ejército, Campo de Mayo es la mayor causa por delitos de lesa humanidad que instruye la Justicia federal. Por sus centros clandestinos y maternidades se estima que pasaron 5000 personas. Sólo un puñado sobrevivió para contarlo. Los querellantes ya pidieron la detención de más de 70 represores pero apenas diez están procesados, frente a 42 en ESMA y 44 en Cuerpo I. Seis gozan de arresto domiciliario y sólo dos, los únicos que no pertenecen al Ejército, están presos en una cárcel común. Entre las celebridades impunes sobresale el ex jefe de Inteligencia del Comando de Institutos Militares y responsable de “El Campito”, general (R) Fernando Verplaetsen.

La megacausa “Riveros, Santiago y otros s/ privación ilegal de libertad, tormentos, homicidios y otros” investiga la represión ilegal en la ex zona IV, norte del Gran Buenos Aires. Campo de Mayo tuvo varios centros de detención: “El Campito”, “Las Casitas”, la cárcel de encausados y el Hospital Militar, donde más de 30 mujeres parieron en cautiverio. Además de oficiales y suboficiales del Ejército, prestaron servicios allí agentes de la Policía Federal, Prefectura y Gendarmería, que aportaron guardias e interrogadores. La Zona IV incluyó también lugares de detención en decenas de comisarías de la policía bonaerense.

El general de brigada (R) Santiago Omar Riveros, jefe del Comando de Institutos Militares y luego de la zona IV, fue detenido y procesado en 1985. No pudo ampararse en la obediencia debida, pero recuperó la impunidad con el indulto de Carlos Menem. Poco después fue detenido por apropiación de menores, pero la investigación sobre su rol en Campo de Mayo hibernó durante más de quince años. En octubre de 2003 el pleno de la Cámara Federal de San Martín ordenó la reapertura de la causa archivada en 1987. El 17 de noviembre de 2004, luego de que el Congreso anulara las leyes de impunidad, el juez federal Alberto Suares Araujo ordenó las primeras detenciones. Cinco días más tarde la Cámara declaró que la flamante ley era inconstitucional y liberó a los represores. En febrero de 2005, el mismo tribunal sumó otro obstáculo: resolvió que el indulto a Riveros era constitucional. Recién en septiembre de 2006 la Cámara de Casación Penal anuló esa resolución, medida que confirmó la Corte Suprema de Justicia. Suares Araujo dispuso de inmediato las detenciones de los imputados por el caso de Floreal Avellaneda (ver recuadro). La causa volvía a renacer, con varios cuerpos de desventaja. El juzgado de Suares Araujo analiza 310 casos. Algunos son víctimas particulares, otros refieren a fábricas como Mercedes Benz, Ford o cerámicas Lozadur, a cementerios o a localidades como Zárate-Campana.

De obstáculos y torpezas

Una dificultad específica de la causa Campo de Mayo debe buscarse en la “eficiencia”, desde la óptica militar, con que el Ejército ejecutó la represión ilegal. A diferencia de la ESMA, donde un grupo de cautivos fue utilizado como mano de obra esclava al servicio del almirante Emilio Ma-ssera y pudo identificar a sus victimarios, los pocos sobrevivientes de Campo de Mayo permanecieron encadenados, encapuchados, sin poder hablar ni moverse excepto hasta la sala de torturas. Para suplir la carencia el juzgado, a propuesta de las querellas, les tomó declaración testimonial a más de 300 ex conscriptos. Sus testimonios son fundamentales para conocer a los oficiales y suboficiales que participaron de cada operativo, como el asesinato el 3 septiembre de 1976 del matrimonio Lanuscou-Miranda, sus hijos de 6 y 4 años, y el secuestro de Matilde, de apenas seis meses.

Un problema básico es la falta de querellantes. En teoría, el fiscal Jorge Sica tiene el deber de impulsar los casos de todas las víctimas y el juez de investigarlos. La práctica es otra. “Hay miles de víctimas pero 30 querellas, que es lo que la Justicia investiga. Muchos creen que haber declarado en Conadep es suficiente para que la Justicia avance. No es así. Es imprescindible que los familiares se constituyan como querellantes”, explica Miguel Fernandez, director de Derechos Humanos de Moreno y miembro de la Comisión por la Recuperación de Campo de Mayo que impulsa la causa. “Mientras estaba preso en la U9 llegó un grupo de ferroviarios y otro de obreros de Ford que venían de Campo de Mayo. Es esencial ubicarlos. En Moreno buscamos a todos los familiares de los compañeros. El problema es que muchas víctimas estaban de paso. Eso dificulta la búsqueda”, agrega.

Algunos querellantes consideran que por la magnitud de la represión en Campo de Mayo la cantidad de empleados del juzgado de Suares Araujo, que tiene una secretaría ad hoc con diez personas, y del fiscal Sica, con sólo un auxiliar dedicado al expediente, es insuficiente. Citan como ejemplo la aparición constante de nuevos testigos y víctimas. “La causa es una caja de Pandora. Cada semana aparecen nuevos sobrevivientes, ex conscriptos o testigos con datos relevantes. Recién ahora el juzgado está tomando conciencia de la dimensión de la represión en Campo de Mayo”, considera el abogado Pablo Llonto.

Otros querellantes apuntan que los juzgados que investigan megacausas tienen menos personal y resaltan lo que consideran estrategias inadecuadas para investigar crímenes masivos y sistemáticos. Por ejemplo, la citación de oficio a empleados que aún prestan servicios en el Hospital Militar y que no aportaron datos de valor. Un cuestionamiento generalizado es la investigación de casos aislados, sin un cruzamiento de variables como lugar de trabajo, fecha de secuestro y ámbito de militancia. Esa deficiencia derivó en un trabajo de coordinación y colectivización de datos por parte de las querellas, que comenzaron a presentar denuncias por grupos de víctimas. Así surgió la Comisión, que incluye a sobrevivientes, familiares, abogados, testigos y militantes sociales.

Desde Abuelas de Plaza de Mayo son duros críticos del juzgado, que acaba de ordenar citaciones solicitadas a fines de 2006. “En lugar de detener a imputados por secuestros y apropiaciones el juez los citó a prestar declaración indagatoria para abril y no ordenó que se les prohíba salir del país. Es una invitación a fugarse”, razona el abogado Luciano Hazán. También le cuestiona que “no libró orden de captura internacional contra el médico Norberto Bianco, responsable de la sección epidemiología del Hospital Militar donde funcionó una de las maternidades clandestinas”.

El rol de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación como querellante también genera posiciones encontradas. Algunos impulsores de la causa admiten que, al carecer de un equipo de abogados capaz de hacer un seguimiento exhaustivo del expediente, el aporte de la SDH es simbólico, pero reivindican el valor del símbolo. Otros resaltan la importancia crucial de los informes de investigación que aporta el Equipo de Investigación del Area Conadep, con datos detallados de secuestros y nóminas de imputados, pero lamentan que al ser la SDH parte en la causa el juez relativice su valor por considerarlos subjetivos.

sábado, 22 de marzo de 2008

Con la lupa puesta sobre los juicios

Dos actos en Plaza de Mayo para conmemorar los 32 años del golpe de Estado del 24 de marzo

Madres, Abuelas y otras agrupaciones convocaron el lunes a las 14.30. Una hora después marchará el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia. Habrá reclamos por la desaparición de López y por el estado de las causas contra los represores.

Por Adriana Meyer y Diego Martínez
/fotos/20080322/notas/NA11FO01.jpg
La bandera con las fotos de los desaparecidos saldrá el lunes a las 14.30 hacia la Plaza de Mayo desde Piedras y Avenida de Mayo.

La Plaza de Mayo será una vez más el escenario central de la ciudad de Buenos Aires donde organismos de derechos humanos, organizaciones sociales, políticas y estudiantiles conmemorarán el próximo lunes 24 de marzo, al cumplirse 32 años del último golpe de Estado, el Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia.

A partir de las 14.30 organismos encabezados por Abuelas y Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Asociación Buena Memoria, Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, H.I.J.O.S., el Centro de Estudios Legales y Sociales y el Servicio de Paz y Justicia marcharán desde Piedras y Avenida de Mayo hacia Plaza de Mayo portando la bandera con las fotos de los desaparecidos, bajo las consignas “Contra la impunidad”, “Juicio y cárcel común ya a todos los genocidas”, “Aparición con vida de Jorge Julio López” y “30.000 detenidos desaparecidos presentes”.

En la plaza leerán un documento que hará hincapié en la exigencia de cárcel común –en oposición a las detenciones en el Instituto Penal de Campo de Mayo– y destacará la necesidad de juzgar no sólo a los ejecutores de la represión clandestina sino también a los ideólogos. También reclamarán al gobierno nacional que no promulgue la ley antiterrorista, la plena libertad sindical, el otorgamiento de personería jurídica a la CTA, la despenalización de las protestas sociales y la redistribución equitativa de la riqueza.

Los organismos sociales, políticos, estudiantiles, universitarios, culturales, de trabajadores ocupados y desocupados, y de derechos humanos nucleados en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia (EMVJ) marcharán a partir de las 15.30 desde Congreso a Plaza de Mayo “a 32 años del golpe genocida”. La Asociación de Ex-Detenidos Desaparecidos, Justicia Ya!, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y Liberpueblo son algunas de las 350 organizaciones que se reúnen cada año, desde el vigésimo aniversario, para organizar la movilización del 24 de marzo y consensuar el documento que será leído en el palco de la plaza al finalizar la marcha.

Este año, desde el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia habrá reproches sobre la responsabilidad del Poder Ejecutivo en las “actuales violaciones a los derechos humanos”, el estado de los juicios por las del pasado, y la represión a los conflictos obreros: Mafissa, Hospital Francés, Indec, Casino, fileteros de Mar del Plata, Línea 60, Subte y Dana, entre otros. Se hará alusión a los pocos represores que han sido enjuiciados desde la anulación de las leyes de impunidad. El EMVJ destacará que, además, los que pasaron por tribunales lo hicieron por pocos casos, “lo que impide dejar constancia de que en la Argentina existió un genocidio”.

Se repetirá la consigna de años anteriores: “30 mil compañeros detenidos-desaparecidos, presentes”. A ésta se agregará el reclamo de “aparición con vida de Julio López, a 18 meses de su desaparición”, “castigo a los responsables políticos de los asesinatos de Carlos Fuentealba y Lázaro Duarte”, “no a la impunidad de ayer y de hoy”, y “basta de represión y patotas contra los que luchan”. Otra exigencia que se reiterará es la de “cárcel común para los genocidas y perpetua para todos” y “restitución de la identidad a los jóvenes apropiados: que se abran los archivos de la dictadura”. Tampoco faltará el reclamo por la “libertad a los presos políticos, y amnistía o desprocesamiento a los luchadores populares”. Por último, rechazarán las leyes antiterroristas, dirán “no a la militarización de los conflictos”, “basta de terrorismo de Estado en Colombia” y “no a la agresión criminal de Bush-Uribe”.

viernes, 21 de marzo de 2008

Preguntas para cuatro imputados

EL JUEZ DE LA MASACRE DE TRELEW VIAJA A BUENOS AIRES
Por Diego Martínez

Mientras la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia recibió esta semana una copia completa de la investigación de la Masacre de Trelew para analizar las apelaciones de los cinco marinos procesados, el Juzgado Federal de Rawson se trasladará a Buenos Aires el 7 y 8 de marzo para indagar a otros cuatro imputados. El último en confirmar su voluntad de declarar es Eduardo Aguirre Obarrio, ministro de Defensa del dictador Alejandro Lanusse. Su abogado José María Orgeira se presentó el lunes ante el juez Hugo Sastre con certificados médicos para justificar su ausencia a la citación original.

La causa tiene cinco procesados con prisión preventiva. El contraalmirante Horacio Mayorga y los capitanes Luis Sosa, Emilio Del Real y Rubén Paccagnini están en el penal de Marcos Paz. El cabo primero Carlos Marandino, por razones de seguridad, está en una comisaría de Rawson. El único prófugo es el teniente Roberto Bravo, dueño de la firma RGB Group en Miami, que brinda servicios al Pentágono. El juzgado espera una respuesta de Interpol, que dispone de varias direcciones donde ubicarlo.

El lunes 7 el juez Sastre indagará en Buenos Aires al general Eduardo Betti, jefe de la zona de emergencia dispuesta por Lanusse después de la fuga del penal de Rawson, y al capitán de navío Jorge Enrique Bautista, responsable del sumario interno elaborado por la Armada para respaldar la versión oficial. El cabo Marandino admitió ante el juez que le ordenaron mentir ante Bautista para encubrir el fusilamiento.

El martes 8 el juez le tomará declaración al brigadier mayor Ezequiel Martínez, ex secretario de Planificación de Lanusse, y al ex ministro Aguirre Obarrio. Como miembros de primera línea del gobierno de facto en 1972 ambos están denunciados como autores mediatos de los fusilamientos y el juez ya dispuso su arresto domiciliario. El día anterior a la masacre los comandantes de las Fuerzas Armadas se reunieron con Lanusse y parte de su gabinete, incluido Martínez, mientras en otro salón funcionarios chilenos le informaban al canciller Eduardo McLoughlin que el presidente socialista Salvador Allende había facilitado el viaje a Cuba de los presos que habían huido de Rawson. Martínez tiene dos semanas para repensar qué ocurrió aquel día.

Aguirre Obarrio y Orgeira son abogados de oficio. En el Juicio a las Juntas de 1985 defendieron al almirante Isaac Anaya y al teniente general Roberto Viola, respectivamente. “Por mí que a la primera junta le den 25 años. Lo que no veo es cómo va a hacer el fiscal para probar la conexión de los ex comandantes (en referencia a la tercera junta) con los hechos”, razonó Aguirre Obarrio. Aquella vez le fue bien: la Cámara absolvió a Anaya. Ahora le toca ocupar el banquillo de los acusados.

jueves, 20 de marzo de 2008

“Fue una gran máquina de matar”

Señalizaron Campo de Mayo como centro clandestino de detención

Con un acto se inauguraron tres pilares de hormigón con las leyendas Memoria, Verdad y Justicia. Duhalde instó a los oficiales del Ejército a romper “el pacto de silencio”.

Por Diego Martínez
/fotos/20080320/subnotas/na08fo01.jpg
Con el de ayer, ya son diez los centros clandestinos señalizados.

La Comisión por la Recuperación de la Memoria de Campo de Mayo exigió “cárcel común” a los represores con arresto domiciliario. “Vislumbramos un poco de justicia” pero “sigue siendo esquiva”, lamentó la secretaria de Derechos Humanos bonaerense, Sara Derotier de Cobacho. Su par de Nación, Eduardo Luis Duhalde, invitó a “romper el pacto de silencio” a “los miles de oficiales del Ejército que pasaron por aquí durante la dictadura”. La ministra de Defensa, Nilda Garré, se esperanzó en que “el 2010 del bicentenario nos encuentre con procesos avanzados y la posibilidad de pensar una reconciliación en serio”.

De voces finitas, guardapolvos inmaculados, los chicos del coro de la escuela 31 Islas Malvinas entonaron “Todavía cantamos” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Sacaron del bolsillo un pañuelo blanco y se cubrieron las cabezas en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, que lagrimeaban en primera fila. Los mensajes confluyeron ayer en la inauguración de tres pilares de hormigón con las leyendas Memoria, Verdad y Justicia que recuerdan que allí, en Campo de Mayo, la principal guarnición del Ejército Argentino, funcionó el mayor centro clandestino de detención de la última dictadura militar. Con el de ayer, ya son diez los centros de detención señalizados.

El acto comenzó con retraso por la demora de la ministra Garré. Para calmar la espera de una mañana caliente y húmeda, hubo murgas, trajes almidonados, abanderados, escoltas, fotos de desaparecidos, siluetas coloridas y pancartas de organizaciones sociales. “Tantas que es mejor no nombrar”, resolvió el locutor oficial, digno de Sucesos Argentinos.

Derotier de Cobacho manifestó su emoción por la presencia de cientos de chicos y remarcó: “Nuestro mensaje tiene que ir dirigido a los jóvenes: esto no lo podíamos decir hace un tiempo, cuando Madres y Abuelas estábamos muy solas”. “La memoria de nuestros hijos nos impulsa, pese a la edad y los escollos, a seguir reclamando ante una Justicia que sigue siendo esquiva”, lamentó. Admitió recordar “a muchos compañeros militantes populares, jóvenes pensantes que poblaron Campo de Mayo”. Con relativo optimismo concluyó que “vislumbramos un poco de justicia”.

En nombre de la comisión que impulsa la causa Campo de Mayo, que por tercer año consecutivo conmemora allí el aniversario del golpe, los sobrevivientes Eva Orifici y Antonio Fernández remarcaron que fue “uno de los mayores centros de tortura y exterminio del país”. Fernández manifestó su “orgullo y emoción” al ver a sus “alumnos portando la bandera de la patria”. Orifici destacó que “los niños tienen el derecho y el deber de saber”, lamentó que “encontramos a cada paso la herencia de la dictadura” y que pese a los tres años de trabajo “aún falta mucho: agilizar la causa, proteger a los testigos, buscar nuevos querellantes”. Cerró el mensaje con la “exigencia de cárcel común” a los procesados y la “urgente aparición con vida de Julio López”.

En nombre de la Secretaría de Derechos Humanos (SDH), también Luis Duhalde se dirigió a los pibes: el señalamiento “no tiene tanto sentido para quienes peinamos canas como para ustedes, sus hijos y nietos”. Resaltó que “no se puede separar la memoria del futuro. Si no aprendemos del pasado, no estaremos preparados para evitar que se repita”. Campo de Mayo “fue una gran máquina de matar por la que pasaron 5 mil personas. Fue tal la matanza que sabemos poco, porque hay pocos sobrevivientes y poco pudieron ver”.

El funcionario enfatizó que “no hay otro camino que la justicia”, recordó a jerarcas de Campo de Mayo, como el fallecido Carlos Suárez Mason o el general Santiago Riveros, para destacar que “por aquí pasaron también miles de oficiales durante la dictadura”, a quienes dirigió “un llamamiento”: “¿No oyeron los gritos de los torturados? ¿No se enteraron que al Pato Zucker lo fusilaron aquí? ¿No vieron a quienes se apropiaron de los bebés nacidos en cautiverio? Es hora de romper el pacto de silencio. Construir desde la memoria y la justicia es la única forma de que el pasado sea pasado. La ansiada unidad entre las Fuerzas Armadas y el pueblo sólo puede asentarse en el eje memoria, verdad y justicia”, concluyó.

La ministra Garré admitió que “transitamos con dificultades el camino de la justicia”. Destacó “la decisión política del ex presidente Kirchner de transformar la exigencia de justicia en política de Estado” y celebró que los procesos transcurren “con el debido proceso y el derecho de defensa”. Consideró a Campo de Mayo como “un lugar especialmente perverso por los miles de desaparecidos y su contenido de horror” y distinguió que “mientras la ESMA está en el corazón de la ciudad, Campo de Mayo parece escondido entre árboles”. Dijo sentirse “satisfecha” por la extradición del ex jefe de la Triple A, Rodolfo Almirón (ver página 10), por la reapertura de la causa por la Masacre de Trelew, y destacó su esperanza de que 2010 “nos encuentre con los procesos avanzados y la posibilidad de pensar una reconciliación en serio”.

El contingente de la SDH recibió un último mensaje antes de subir al colectivo que los devolvió al microcentro. Sobre la fachada descascarada del edificio de Correos y Telégrafos una mano terca modificó la leyenda de un esténcil que decía: “A los desaparecidos de ayer y de hoy. No olvidamos. No perdonamos”. Alguien eliminó ambas negativas.

lunes, 17 de marzo de 2008

La Triple A dentro del Ejército

Informe especial: la colaboración civil con el terrorismo de Estado

Página/12 accedió a documentación de la Prefectura y de la ex Dirección de Inteligencia bonaerense que prueba que, durante la dictadura, miembros de la CNU de Mar del Plata participaron de operativos del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601.

Por Diego Martínez
/fotos/20080317/notas/na09fo01.jpg
Uno de los documentos de la Dipba y el ex fiscal Demarchi, acusado de integrar la CNU.

Ex miembros de la agrupación de ultraderecha Concentración Nacional Universitaria de Mar del Plata, formados en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica y hoy abogados con óptimos contactos en la Justicia federal, integraron después del golpe de Estado de 1976 patotas del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601, unidad del Ejército responsable de secuestros, torturas y desapariciones. Documentos de Prefectura y de la ex Dirección de Inteligencia de la Provincia de Buenos Aires (Dipba) –a los que accedió este diario– certifican los relatos brindados en el Juicio por la Verdad que instruye el Tribunal Oral Federal marplatense. El caso CNU es un ejemplo contundente del rol de civiles que colaboraron con el terrorismo de Estado a quienes el corto brazo de la Justicia aún no alcanzó: el único ex CNU con orden de captura permanece prófugo.

La CNU nació en La Plata. En 1969 llegó a la UCA de Mar del Plata. “Respondió a las inquietudes de los estudiantes peronistas que mancomunaron esfuerzos para rescatar la universidad asaltada en 1955 por la trenza del reformismo liberal marxista”, explicó uno de sus miembros en una entrevista de 1971 citada en Luna Roja, una investigación del abogado Carlos Bozzi. Adrián Feijó, que se abrió de la CNU en 1971, explicó que hasta entonces “respondía a la conducción estratégica de Perón y Rucci. Por desviaciones posteriores se la considera un movimiento parapolicial, oculto, ilegal, pero cuando ingresé en 1968 era un movimiento estudiantil de centroderecha vinculado con la Doctrina Social de la Iglesia, que se presentaba a elecciones en los claustros con la lista Martín Fierro”.

El 6 de diciembre de 1971, durante una asamblea en la universidad provincial, un grupo encabezado por Juan Carlos Gómez y Héctor Corres asesinó a la estudiante Silvia Filler. Cinco miembros de la CNU fueron procesados con prisión preventiva. En mayo de 1973 quedaron libres gracias a la amnistía de Héctor Cámpora. Desde 1975, los secuestros y ejecuciones de la CNU fueron moneda corriente. Siempre con zonas liberadas por militares y policías. A partir de las declaraciones recibidas desde 2001, el TOF pedirá en los próximos días a la Justicia federal la reapertura de esas causas.

“Purificar las facultades”

Durante la última dictadura, las delegaciones de Prefectura elaboraron informes detallados en respuesta al Plan de Capacitación contra la Insurgencia Terrorista de la Armada Argentina (Placintara). Se dividían en factores, método que –según la investigación de espionaje en la base Almirante Zar– la Armada aplicó hasta el año pasado, y en teoría ya no realiza. Los informes de la delegación Mar del Plata llevan las firmas de su jefe, prefecto principal Juan Eduardo Mosqueda, que llegó a conducir la fuerza en 1985, y del jefe de informaciones, subprefecto Ariel Macedonio Silva. En junio de 1976, con el subtítulo “Factor subversivo”, apuntan que “la colaboración” de la CNU con el GADA 601 fue “indispensable para la identificación de los elementos de izquierda” y permitió “purificar las distintas facultades” de la universidad nacional.

El informe de octubre muestra la interna entre Fuerzas Armadas. Destaca “la efectividad de la Fuerza de Tareas 6” de la Armada en contraste con el GADA 601, cuyos miembros “efectuaron rastrillajes sin éxito”. Critica que “cada organismo militar actúa por su cuenta”. Destaca que “es evidente que la Fuertar 6 es la que mejor se ha movido y los resultados están a la vista”. Los resultados se medían en secuestros. Los desaparecidos para la sociedad estaban “a la vista” del subprefecto Silva. El GADA, en cambio, “no cuenta con personal capacitado en inteligencia” y “en un primer momento de esta guerra se valió de personas civiles que militaban en la Concentración Nacional Universitaria, que llegaron a actuar con total impunidad en la ciudad”. En un momento “la CNU fue dejada de lado por el GADA”, que “quedó sin la corriente informativa que las circunstancias aconsejan”. Silva no hablaba de oídas. En septiembre dejó constancia que “los efectivos de la Fuertar 6 cuentan con la colaboración de personal de esta Unidad desde que comenzaron los operativos”. Silva está denunciado como interrogador del centro clandestino que funcionó en la delegación del puerto de Prefectura. Aún está libre.

De las aulas a La Cueva

La Comisión Provincial por la Memoria, que desclasificó y gestiona el archivo de la ex Dipba, entregó este mes pruebas “que confirman la participación de civiles en el aparato represivo de Mar del Plata”, dijo su directora Ana Cacopardo. La primera, un informe de 1985 de la delegación Mar del Plata, incluye un detalle de miembros que distingue militantes de simpatizantes. Destaca a los “detenidos y procesados” por el homicidio de Filler en 1971: Horacio Luis Raya, Raúl Viglizzo, Alberto Dalmasso, Juan Carlos Gómez, los hermanos Marcelo y Beatriz Arenaza, y Eduardo Ullúa. Omite los crímenes de 1975 y dedica un párrafo al rol de la CNU: “Después del golpe de marzo de 1976, algunos colaboraron con el Ejército en la lucha antisubversiva, como (Eduardo) Cincotta, (Jorge) De la Canale, (Eduardo Salvador) Ullúa y (Mario Ernesto) Durquet. Posteriormente, y en razón de que se sospechaba eran autores de diversos delitos, comienzan a ser investigados y algunos se van del país, tal el caso de Dourquet”.

Si la Justicia investiga, es probable que la lista se agrande. Familiares de desaparecidos que fueron al GADA a entrevistarse con su jefe, coronel Pedro Barda, vieron a Ullúa y a Cincotta. Uno los vio “con carpetas debajo del brazo en la oficina de Barda”. Otro vio a Cincotta “con uniforme de fajina”. Un sobreviviente dijo que lideraba el grupo que lo secuestró. Cincotta fue secretario general de la universidad provincial, que desde 1975 es nacional. Allí gestionó las contrataciones como personal de seguridad de sus compañeros de la CNU: Ullúa, Durquet, Carlos “Flipper” González, Fernando Delgado y otros. Sus contactos con el Servicio de Inteligencia Naval le permitieron seguir en la universidad tras el golpe. Renunció en mayo de 1976. Luce en su estudio una distinción del Ejército por servicios “en la lucha contra la subversión”.

Testigos del Juicio por la Verdad vinculan a la CNU con el asesinato de María del Carmen Maggi, decana de Humanidades en la UCA, que tras el asesinato de Filler había expulsado al núcleo duro de la CNU. Maggi era mano derecha del obispo y rector honorario, Eduardo Pironio. Se discutía la unificación de la universidad provincial con la Católica. Los primeros pretendían que dejara fuera de carrera a docentes y no docentes de la UCA. Pironio y Maggi se resistían. Coca Maggi fue secuestrada el 10 de mayo de 1975 por jóvenes que se movilizaban en siete autos. La CNU repudió el secuestro para alejar sospechas, pero sus adherentes coparon ambas universidades y la Iglesia envió a Pironio a un destino seguro: Roma. Al mes del secuestro, el fiscal Gustavo Demarchi admitió que tenía “implicancias políticas”, pero dictaminó el sobreseimiento de la causa. Demarchi era coordinador académico de la universidad que empleaba a los CNU y Ullúa era oficial segundo de su fiscalía. El cadáver de Maggi apareció el 23 de marzo de 1976 enterrado en Mar Chiquita. Testimonios recogidos por el TOF sindican a Durquet, hoy radicado en La Plata, como autor material de su muerte.

Los muchachos

Eduardo Brito vio a Ullúa mientras esperaba con su padre que lo recibiera el mayor Alfredo Arrillaga, jefe de inteligencia del GADA. La patota del Ejército había dado vuelta su casa. El mayor lo interrogó y ordenó: “Hace pasar a los muchachos”. No pudo verlos, pero reconoció la voz de Ullúa. Arrillaga le informó que quedaba bajo libertad vigilada, pero debía presentarse todas las semanas. Al jueves siguiente vio a Ullúa bajar de un Falcon. “Soy personal civil afectado a tareas de inteligencia del Ejército”, le confió. Se conocían del barrio.

El suboficial retirado Orestes Vaello, que en 1973 saltó de la CNU al Batallón de Inteligencia 601, denunció que el “jefe del comando” de esa agrupación en Mar del Plata era Ullúa, en 1984 “propietario de la agencia de investigaciones Oasis, subsidiaria de Magíster, a la cual considera por pruebas que posee como cabecera de la Triple A”. Vaello adjudicó a la CNU el secuestro de Jorge Toledo en 1976. Su madre declaró que se lo llevó “un grupo de civiles al mando de Arrillaga” y que su destino fue La Cueva, el centro clandestino del GADA. En 1996, Ullúa fue condenado a 17 años de prisión por contrabando de drogas en la Operación Langostino. Su desconoce su paradero.

Durante un asado entre policías y sindicalistas en el destacamento 9 de Julio de la policía bonaerense, donde estaba secuestrado, Oscar González se encontró con el abogado Jorge de la Canale.

–¿Qué hace usted en esta comisaría? –preguntó González.

–Yo acá tengo amigos.

De la Canale defendió a Carlos Monzón en la causa por el asesinato de Alicia Muñiz, encabezó la organización de los Juegos Panamericanos en 1995 y dirige la Asociación Marplatense de Atletismo. La última vez que Barda fue trasladado a Mar del Plata lo visitó en la Policía Federal.

La conexión

El 22 de enero de 1980, al allanar un departamento, agentes de la policía bonaerense encontraron 16 panes de trotyl, detonadores, 6 metros de mecha y fotos de miembros de la CNU. Pronto supieron que un ex empleado de la inmobiliaria que debía alquilarlo, Juan Carlos Defalco, le había prestado las llaves a su amigo Luis Felipe Colombino. Ante la sospecha de que era “confidente del GADA” le informaron al Ejército que iban a arrestarlo. Colombino explicó que era dueño del salón de bailes Patio de Tango, donde trabajaba como vigilante “el sargento Castillo”, quien hasta 1979 se desempeñaba en la sala de armas del GADA. Castillo le pidió que lo guardara “para hacer un desmonte”.

La Dipba asentó que el jefe de subzona 15, coronel José Caridi, envió a su segundo al Cuerpo I para pedir instrucciones, “ya que el detenido es `colaborador’ de los mismos”. El enviado volvió con la orden de pedir las actuaciones y el detenido para “proseguir las averiguaciones”, que allí murieron. La publicación del hallazgo de “armas y explosivos” que “pertenecerían a un grupo subversivo” obligó al comando a desmentirlo. “El hecho no está vinculado con la subversión”, informó. El comunicado no aclaró que el tenedor del trotyl era un buchón de la CNU.

El informe de la Delegación Regional dejó asentado que Colombino y sus socios en Patio de Tango eran miembros de la CNU que con “otros jóvenes” tuvieron “especial actuación en la lucha contra el terrorismo y la subversión (...), lo que evidentemente los coloca en una relación cierta con elementos de las fuerzas legales, particularmente con hombres del Ejército. Estriba allí entonces la confianza que se exterioriza entre Colombino y Castillo (...) a tal punto que retira del lugar explosivos y otros efectos”. Uno de los dos socios era Osvaldo Forese, apodado “Paquidermo”, miembro de la banda de Aníbal Gordon que actuó en el centro clandestino Orlett. Forese murió en 1999. El segundo era Eduardo Ullúa, el asistente del fiscal Demarchi.

viernes, 7 de marzo de 2008

A Bravo lo mira ya el Tío Sam

PAGINA/12 UBICO AL PROFUGO DE LA MASACRE DE TRELEW Y EL MIAMI HERALD SIGUIO LA PISTA

La prensa de los EE.UU. empezó a interesarse por Roberto Guillermo Bravo, el teniente retirado de la Marina a quien busca la Justicia de Chubut por el fusilamiento de 19 guerrilleros en 1972. Este diario reveló el 19 de febrero pasado que Bravo es presidente de una empresa en Miami.

Por Diego Martínez
/fotos/20080307/notas/na13fo01.jpg
La fachada de RGB Group Inc, la empresa que preside el marino prófugo en Miami.

Mientras la Justicia argentina se apresta a resolver la situación procesal de los cinco marinos detenidos por su responsabilidad en la Masacre de Trelew, la prensa de los Estados Unidos comienza a interesarse por la situación del teniente de navío retirado Roberto Guillermo Bravo, el prófugo que preside en Miami la empresa RGB Group Inc. Tal como informó Página/12 en exclusiva el 19 de febrero, la firma lleva las iniciales del oficial de la Armada sindicado por los sobrevivientes como fusilador, factura millones de dólares y brinda servicios a las fuerzas armadas norteamericanas. Ayer el diario Miami Herald difundió la noticia por primera vez en Estados Unidos. Un reportero intentó sin éxito ser recibido por Bravo, que tampoco respondió sus llamados. Página/12 logró comunicarse con Marilyn McDaniel, agente registrada de RGB Group Inc. Cuando escuchó que la consulta era de un periodista argentino por el jefe que busca Interpol respondió con un cálido y lapidario “I’m sorry. I can’t help you” y cortó la comunicación.

Hasta el momento el juez Hugo Sastre detuvo a cinco marinos retirados. Los capitanes de fragata Luis Emilio Sosa y Emilio Del Real estuvieron presentes durante la masacre. Sosa repitió el cuento oficial del intento de fuga, el tiroteo, las muertes inevitables, y aseguró que Del Real gatilló su ametralladora. Del Real fue el único que se negó a declarar. El cabo primero Carlos Amadeo Marandino contó que cuatro oficiales alcoholizados le ordenaron abrir las puertas de los calabozos y retirarse. Desde afuera escuchó los tiros, pero no participó, dijo. El contraalmirante Horacio Mayorga y el capitán de navío Rubén Paccagnini, comandante de la Aviación Naval y jefe de la base Almirante Zar respectivamente, admitieron que estaban por encima de los fusiladores y reiteraron la versión oficial. El fiscal Fernando Gélvez solicitó ayer el procesamiento de los cinco, incluido Marandino. “Su relato no es creíble. La explicación que dio durante la ampliación de indagatoria en el lugar de los hechos no cierra. Dijo que se tiró cuerpo a tierra detrás de un biombo –que sólo él nombró–, pero los espacios no dan”, explicó Gélvez.

Además del prófugo Bravo, el juez Sastre ordenó otras tres detenciones que aún no se concretaron. Primero la del capitán de navío retirado Jorge Enrique Bautista, quien por orden del almirante Hermes Quijada instruyó un sumario para respaldar la versión de la fuga. El cabo Marandino admitió ante el juez que la Armada le ordenó mentir para encubrir el fusilamiento. Las otras capturas pendientes son de oficiales del Ejército: el general retirado Eduardo Betti y el teniente coronel retirado Guillermo Muñoz, jefe y subjefe de la zona de emergencia dispuesta por el presidente de facto Agustín Lanusse tras la fuga del penal de Rawson. Bautista y Betti son ancianos y sus médicos no los autorizaron a viajar.

“I’m sorry”

Desde mediados de febrero este diario intentó sin suerte que el teniente empresario Bravo atendiera el teléfono. Esta semana se sumó a su búsqueda el periodista Gerardo Reyes, del Miami Herald. Sin abrirle la puerta le dijeron que Bravo no estaba. Dejó su teléfono pero no lo llamaron. También la agencia EFE fracasó en el intento. Página/12 logró finalmente dar con la agente registrada de la firma, Marilyn McDaniel. Cuando supo el motivo del llamado se disculpó por su silencio y cortó la comunicación.

La empresa de Bravo, fundada el 22 de junio de 1990 y con sede en el 4141 de North Miami Avenue, se dedica a la contratación de personal médico y paramédico en el exterior, sobre todo en Centroamérica. Sus principales clientes son las fuerzas armadas. Bravo entabló sus primeros contactos allí en 1974, cuando fue destinado a la Agregaduría Naval en Washington.

En el sitio web de la División Corporaciones del Departamento de Estado de Florida pueden leerse los informes anuales que RGB Group Inc. envió a partir de 1996. Bravo ya era presidente y su esposa Ana María Giordano vicepresidenta. Durante los cuatro primeros años registrados la pareja cambió tres veces de domicilio. En 1996 figura 27101 SW 143rd Court de Homestead, Florida. Al año siguiente, 1375 Marseille Drive, Miami Beach. Y desde 1999, su dirección actual: 2235 Arch Creek Drive, North Miami. El Herald informó que Bravo compró esa casa “por 225.000 dólares y hoy tiene un valor de mercado de 1.029.000”. La casa que el marino tiene en venta en el 6330 de Frost Drive, en Tampa, costa oeste de Florida, a cinco horas de Miami, es su morada de fin de semana.

El Herald recordó que “Bravo afronta la orden internacional de captura luego de que el diario Página/12 reveló que se encontraba en Tampa”. Agregó que la empresa “se especializa en la contratación de personal médico y paramédico en el exterior” y mencionó dos contratos con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. El primero fue hace diez años: a cambio de 27 millones de dólares se comprometió a seleccionar odontólogos para bases aéreas de todo el país. El segundo, el año pasado: 88.239 dólares para reclutar técnicos en genética molecular. El periódico informó también que la esposa del marino tiene una inmobiliaria en la que Bravo figuró como socio hasta el año pasado.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Un testimonio modificado a fuerza de amenazas

Un represor cambió su declaración ante la Justicia tras ser intimidado
Por Diego Martínez

El suboficial retirado de la Policía Federal Carmelo Cirella Paredes, quien en 1984 denunció y admitió su participación en crímenes cometidos en Mendoza durante la última dictadura, cambió su declaración ante el juez Walter Bento luego de recibir amenazas de muerte contra él y su familia. Cirella había ratificado su testimonio en 2006 para el documental “7746 Legajo Conadep” del periodista Rodrigo Sepúlveda. En diciembre fue detenido junto con tres de los policías que denunció. Tras los aprietes sugirió que había hablado “por venganza” y que el documentalista le había pagado. Pero Sepúlveda lo desmintió ante el juez, quien ratificó los procesamientos. La marcha atrás de Cirella es una nueva advertencia al Estado sobre la necesidad de proteger a los testigos, aún (más) si se trata de ex represores. No es un caso aislado: otros dos se desdijeron luego de aportar valiosa información a la Justicia.

Cuando retornó la democracia Cirella estaba preso por delitos comunes. Desde la cárcel envió una carta a Conadep, que le tomó declaración. Ratificó sus dichos ante la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados de Mendoza. Detalló dos secuestros seguidos de muerte: el de Amadeo Sánchez Andia en 1975 y el de Víctor Romano Rivamar en 1976. El primero, contó, fue “chupado” en el Hospital de San Martín y ejecutado en Canotas, Las Heras. Al segundo lo fusiló por la espalda Oscar Fenocchio, jefe de la delegación de la Policía Federal. Cirella participó como chofer. En ambos casos intervinieron el jefe de inteligencia Ricardo Aleks y los policías Rodolfo Cardello, Marcelo León, Juan Carlos Zuccaro, José Luis Mirotta, Oscar Duarte, Humberto Panonti y Pedro Barrozo. El médico Dalmiro Podestá controlaba el ritmo cardíaco de las víctimas durante las sesiones de tortura en la Policía Federal, agregó.

Cirella reiteró su denuncia para el documental de Sepúlveda y en octubre pasado ante el juez. En diciembre Bento detuvo y procesó a León, Cardello, Mirotta y al propio Cirella. También pidió la captura de Aleks, aún prófugo. Al llegar al pabellón sanitario del Hospital Lagomaggiore un desconocido le advirtió a Cirella en un pasillo: “Estás muerto”. Ya internado recibió otro mensaje: “Cuando llegues al penal te van a matar, conseguite una chuza”. La penitenciaría de Boulogne Sur Mer a la que iba a ser trasladado batió todos los records de asesinatos intramuros. Su mujer también fue amenazada en Tunuyán. Por la conmoción que sufrió debió ser internada en un instituto psiquiátrico.

El 4 de enero Cirella relató los hechos ante Sepúlveda. Luego le envió una carta al juez. “Por razones de salud y seguridad personal” le pidió el traslado a Tunuyán. Al mes volvió a pedir la palabra. Dijo que sus viejos dichos fueron por venganza y que recibió 2000 pesos para el documental. “No es verdad. No nos pidió ni le ofrecimos dinero”, aclaró Sepúlveda. Tras su declaración el juez ratificó los procesamientos, que fueron apelados ante la Cámara Federal. El gobierno de Celso Jaque, cuestionado por emplear a ex represores, es querellante en los dos casos sobre los que habló Cirella. Se trata del tercer represor que aporta datos útiles y, sin protección, elige desdecirse. En 2003 Néstor Cendón, hoy prófugo, dijo que su testimonio en Conadep fue “bajo promesas de dádivas”. Orestes Vaello se esmeró en desacreditar su palabra ante la Cámara Federal de La Plata para evitar represalias. Tal vez haga falta algo más elemental que recompensas.

domingo, 2 de marzo de 2008

Los presos por la masacre

LA SITUACION PROCESAL DE LOS MARINOS DETENIDOS
Por Diego Martínez
/fotos/20080302/notas/na02fo01.jpg
Capitán de fragata Emilio Del Real, identificado como uno de los que disparó su ametralladora.

A treinta y cinco años de la masacre de Trelew, cuando nadie creía posible un mínimo esbozo de justicia, el juez federal Hugo Sastre resolverá esta semana la situación procesal de los cinco marinos detenidos por su participación en las privaciones ilegales de la libertad, fusilamientos y encubrimiento por parte de la Armada y la dictadura de Alejandro Lanusse. A excepción del cabo primero (R) Carlos Marandino, quien admitió que abrió las puertas de los calabozos y tuvo que salir por orden de cuatro oficiales de la Armada alcoholizados, la situación de los imputados que reiteraron la versión oficial del intento de fuga es compleja. Los capitanes de fragata (R) Luis Emilio Sosa y Emilio Del Real estuvieron presentes durante la masacre. Sosa confirmó que Del Real gatilló su ametralladora. Del Real prefirió no hablar. El contraalmirante (R) Horacio Mayorga y el capitán de navío (R) Rubén Paccagnini, comandante de la Aviación Naval y jefe de la base Almirante Zar respectivamente, admitieron que fueron los superiores inmediatos de los fusiladores. “Nunca imaginé que esto pudiera darse alguna vez, ni siquiera las indagatorias. La expectativa es enorme, son demasiado años de espera”, confió a Página/12 Germán Camps, que tenía nueve años cuando se produjo la masacre a la que su hermano Alberto logró sobrevivir.

Los hechos del 22 de agosto de 1972 nunca fueron investigados por la Justicia. La Armada instruyó un sumario con su relato oficial, que ni siquiera se dignó a entregar al juez. A partir de las presentación de un grupo de familiares de las víctimas, patrocinados por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el juez tomó decenas de declaraciones testimoniales a personas que trabajaban en la base. Veinte días atrás ordenó las primeras cinco detenciones. De ese grupo original el único marino que no fue capturado es el teniente de navío (R) Roberto Bravo, el mayor símbolo de la masacre junto con Sosa. Página/12 informó en exclusiva que Bravo vive en Florida, Estados Unidos, donde es dueño de RGB Group Inc., firma que lleva sus iniciales, factura millones de dólares y provee de servicios a las Fuerzas Armadas norteamericanas.

Con los datos surgidos en las indagatorias, Sastre ordenó otras tres detenciones. Se concretó la del contraalmirante Mayorga y están pendientes las del general (R) Eduardo Betti, jefe de la zona de emergencia, y la del capitán de navío (R) Jorge Enrique Bautista, que instruyó el simulacro de sumario por orden del almirante Hermes Quijada. Su carátula es elocuente: “Investigar la actuación del personal militar a raíz de la tentativa de evasión del grupo subversivo alojado en la Base Almirante Zar”. La declaración de Bautista, que tiene 82 años y padece problemas cardíacos, se producirá recién la próxima semana. “Su médico no lo autorizó a viajar y no somos partidarios de tomar declaraciones por exhorto; consideramos que debemos estar presentes”, aclaró el secretario del juzgado, Mariano Miquelarena.

Si bien la Armada nunca entregó el sumario, Sastre conoce su conclusión: ningún indicio permitía sospechar de la existencia de delitos. A partir de las pruebas obrantes en la causa y de la declaración del suboficial Marandino, quien admitió que la Armada le ordenó mentir para respaldar la versión oficial, es improbable que Bautista encuentre argumentos sólidos para tomar distancia del encubrimiento. El juzgado también espera ansioso la respuesta de Interpol, encargada de detener al teniente empresario Bravo. Interpol consultó al juzgado si pretendían que Bravo fuera extraditado. Sastre respondió que sí pero no volvió a tener noticias.

Errores y horrores

Los lectores de Página/12 conocen mejor que nadie qué declararon los imputados. Sólo faltó desmenuzar el memorable relato del contraalmirante Mayorga, acusado como cómplice necesario de los fusilamientos. Mayorga admitió que “ante la presencia de gente extraña en Trelew” él ordenó “medidas de máxima seguridad” al capitán Paccagnini. Pidió que les informara a los presos que “se recurrirá a las armas aun cuando hubieran tomado rehenes para facilitar el canje”.

Mayorga llegó a Trelew al mediodía del 22 de agosto. Vio “los cuerpos en el pasillo” y “uno o dos que habían conseguido su acceso” a los calabozos. La versión del fusilamiento es “una falsedad propagandística” porque en ese caso no habría habido sobrevivientes, dijo. “Vi algún tiro en la cara, uno en la frente del cual emanaba bastante sangre” pese a las nueve horas transcurridas. Leyó su declaración antes de firmarla pero no se percató de la traición de su lengua cuando destacó “la habilidad de Quijada para extraer cómo pasaron las cosas”.

También sugirió que la declaración de Marandino estuvo “preparada y pagada”. Cuando el juez le recordó que el suboficial trabajó como chofer del agregado naval en Washington hasta fines de 2004 con un sueldo de 3900 dólares admitió que “la Armada protegió a los actores de este suceso, alejándolos del país y facilitando su vivir”.

–¿La protección fue a cambio de su silencio? –preguntó el fiscal Fernando Gélvez.

–El silencio total de una persona no se puede comprar nunca si no es con la eliminación de la misma –respondió. Nada sugiere que hable de oídas.

–¿Usted recibió la orden de eliminar a las 19 personas detenidas en la base Zar? –interrogó Gélvez.

–No. De haberla recibido creo que no la hubiera cumplido y si me hubieran convencido de hacerlo no habría habido errores ni dudosos marandinos (sic) para resolver el problema.

–¿Cómo explica que Sosa desoyó su orden al circular con la pistola en la cartuchera entre dos filas de detenidos?

–Creo que no desobedeció intencionalmante. Pasa que, al ser un hombre impetuoso, de decisiones rápidas, olvida lo de su propio armamento, que le es quitado en una acción de fuga. Sosa es un buen infante de marina pero estas circunstancias creo que lo superaron.

–Si admite que había entre novecientos y mil marinos en la base, que habían tomado todas las medidas de seguridad y les habían advertido a los presos que no se iban a canjear rehenes, ¿no es contraria al sentido común la versión del intento de fuga? –preguntó Gélvez.

Mayorga gambeteó la respuesta pero sinceró su concepto de las víctimas:

–No podíamos poner los mil hombres dentro de la guardia. Usted no pone toda su familia a cuidar al perro.

“El reconocimiento implícito del fusilamiento por parte del cabo Marandino, sumado a los testimonios recolectados por el juzgado, deja a los imputados a un paso del procesamiento. Si las detenciones implicaron un avance significativo en la causa, con los procesamientos que esperamos resuelva la Justicia se empieza a iluminar un crimen paradigmático, que es además el antecedente más claro del terrorismo de Estado”, consideró Gastón Chillier, director ejecutivo del CELS, que patrocina a los familiares de las víctimas.

“En relación a Mayorga, Paccagnini y Sosa por su responsabilidad en la cadena de mandos, y a Del Real por la propia imputación de Sosa, no tengo dudas de que les cabe el procesamiento por todos los delitos. La situación de Marandino, que no integraba la cadena de mandos y no está imputado de disparar, entiendo que es distinta y el juez debe dilucidarla desde esa perspectiva”, consideró Luis Eduardo Duhalde, titular de la Secretaría de Derechos Humanos que también se sumó como querellante. Duhalde adelantó que una vez resueltas las situaciones procesales solicitará la exhumación de algunas víctimas y un peritaje por parte del Equipo Argentino de Antropología Forense para constatar la existencia o no de tiros de gracia.

El juez Hugo Sastre, elegido por el Consejo de la Magistratura para subrogar el cargo vacante en Rawson, se someterá el miércoles a las preguntas de los senadores nacionales que deben confirmar su designación en el cargo. Cuando vuelva a Chubut resolverá las situaciones procesales de los marinos. Su debut como juez federal no pasará desapercibido.

sábado, 1 de marzo de 2008

“Que lo juzguen antes de mandarlo”

CARLOS SLEPOY, ABOGADO DE LA ACUSACION POPULAR
Por Diego Martínez
/fotos/20080301/notas/NA05FO02.jpg
Carlos Slepoy, abogado de la Acusación Popular en España.

Horas después de conocerse la decisión del Consejo de Ministros de España de autorizar la “entrega temporal” de Miguel Angel Cavallo una vez que “deje extinguidas las responsabilidades contraídas” en ese país, la oficina de prensa de la Audiencia Nacional adelantó que el tribunal encargado de juzgarlo archivaría la causa, con lo cual se aceleraría su llegada a la Argentina.

“Es una noticia desconcertante”, consideró desde España el abogado Carlos Slepoy, que ejerce la Acusación Popular en nombre de la Comisión de Solidaridad con las Familias de desaparecidos y muertos en Argentina, COSOFAN. “Si la Audiencia comete la torpeza de tomar esta decisión cambia totalmente el panorama. Creemos que no lo va a hacer por las implicancias que tiene. Si lo hace vamos a recurrir al Tribunal Supremo y vamos a pedir que se paralice cualquier decisión.”

–¿Cómo interpreta la decisión previa, del Consejo de Ministros?

–El Consejo claramente condicionó la entrega a que cumpla su responsabilidad penal en España. La entrega sólo puede ser temporal, para cumplir con alguna medida de prueba, y una vez que sea juzgado aquí. Interpretarla en sentido contrario constituiría una aberración. Sin embargo, la situación ahora es confusa. De confirmarse esta última “decisión” de la Audiencia Nacional, entre comillas porque no fue adoptada judicialmente, sería una aberración jurídica que además de indignarnos daría lugar a los recursos pertinentes. La pregunta es si esos recursos van a paralizar o no la decisión.

–¿Cómo analiza la voluntad de Cavallo de ser extraditado?

–Confía absolutamente en tener un mejor trato en la Argentina que en España. No olvidemos que lleva siete años y medio preso, entre México y España, y en la Argentina los marinos gozan de condiciones de privilegio.

–Pero ya no están en bases navales. Están en un penal.

–Es cierto, pero indudablemente confía en tener un mejor trato. Tal vez para estar con sus compañeros, para dejar de estar aislado.

–¿Cómo son sus condiciones de detención en España?

–Está en una cárcel de máxima seguridad, donde es repudiado absolutamente por todos los presos. En su momento incluso lo quisieron agredir. Lo desprecian, igual que a Scilingo.

El diálogo vuelve inevitablemente a la posible decisión de la Audiencia Nacional y al paso cansino de la causa que instruye el juez Sergio Torres en la Argentina. “Cavallo no pudo ser juzgado en la Argentina en su momento, de hecho hay marinos que llevan años procesados y no están preparados para ir a juicio porque el juez considera que no terminó la instrucción. En el caso de Cavallo sería aún peor porque esa instrucción prácticamente no empezó, es el más atrasado. Si un tribunal argentino dice ‘mándenlo porque lo juzgamos ya’ sería razonable enviarlo, pero no es el caso. Entonces lo lógico es que sea juzgado aquí y recién después enviado a la Argentina, o bien que se lo entregue temporalmente para alguna medida concreta y por tiempo limitado, razonablemente limitado”, concluyó Slepoy.