sábado, 22 de septiembre de 2012

Batallón 601: Somoza y Baca condenados, Cirino absuelto


Por Diego Martínez
Dos agentes civiles del Batallón de Inteligencia 601 fueron condenados a diez años de prisión por delitos de lesa humanidad cometidos en 1980 en el marco de la contraofensiva de Montoneros contra la dictadura. La sentencia del juez Ariel Lijo recayó sobre Carlos Eduardo Somoza y Jorge Oscar Baca, que sirvieron al terrorismo de Estado con los seudónimos César Ernesto Segal y Juan Omar Boyé. El juez absolvió a Julio Alberto Cirino (fotos), alias Jorge Abel Contreras, ex miembro de un grupo operativo del 601. Si bien un documento desclasificado del Departamento de Estado prueba que se ufanó ante diplomáticos norteamericanos de visitar centros clandestinos e incluso contó que muchos inocentes fueron sacrificados para que hombres como él no puedan ser identificados, Cirino seguirá libre e impune porque la entrevista en la embajada de Estados Unidos que prueba su responsabilidad penal fue en 1979 y se lo juzgó por delitos de 1980.
El Batallón 601 fue “un núcleo central en cuanto a operaciones de Inteligencia a lo largo y ancho del país”, afirmó Lijo. Sus agentes actuaron “desde la absoluta clandestinidad al amparo del poder estatal” y se encargaron de la “supresión de documentos, registros y pruebas”, tarea que les permite seguir impunes aun cuando sus legajos son de acceso público. La prueba central contra los dos condenados es el testimonio de Silvia Tolchinsky, secuestrada el 9 de septiembre de 1980 en Mendoza y trasladada a Campo de Mayo, donde estuvo en cautiverio durante dos años.
Baca, El Negro Boyé, ingresó como personal civil de Inteligencia (PCI) al Ejército en 1976 y dos años después comenzó a recibir bonificaciones por “tareas riesgosas”. “Colaboró activamente para que Tolchinsky fuera privada de la libertad ilegítimamente y recibiera todo tipo de tratos humillantes y vejatorios”, sostuvo Lijo. Baca fue a Cuyo a buscar a la secuestrada, la trasladó el 11 de septiembre y participó de los interrogatorios. Somoza, fotointérprete en los papeles, era un interrogador robusto y encorvado a quien Tolchinsky mencionó como Fito o Segal. Un ex miembro del 601 declaró ante Conadep que Segal era El Gordo 2, uno de los “IPG, interrogadores de prisiones de guerra”. Como Fito, lo denunció también el sobreviviente Juan Carlos Scarpatti.





lunes, 3 de septiembre de 2012

La placa que disgustó al brigadier


En el Centro Educativo de las Fuerzas Armadas fue tapada una placa que recordaba que militares franceses instruyeron a oficiales argentinos en el uso de torturas y secuestros. Puricelli le envió a Chevalier un informe de Derechos Humanos sobre la Escuela Francesa.

Por Diego Martínez
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“Injuriosa e insultante placa”, consideró una revista militar.
El brigadier general Jorge Alberto Chevalier profundiza en estos días sus conocimientos acerca del rol de los instructores franceses en la formación recibida por militares argentinos sobre la tortura como método para arrancar información o los asesinatos clandestinos para borrar huellas. A más de medio siglo de las primeras conferencias sobre la doctrina de la guerra contrarrevolucionaria en la Escuela Superior de Guerra, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas objetó el contenido de una placa instalada en el hall de entrada del flamante Centro Educativo de las Fuerzas Armadas (CEFA) para recordar que cientos de oficiales argentinos se formaron en esas aulas en las “prácticas genocidas” que aplicaron durante la última dictadura. El ministro de Defensa, Arturo Puricelli, le dejó pasar a su subordinado que cubriera la placa con un paño negro y después con un bronce, pero encomendó a la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Humanitario un informe sobre la “Escuela Francesa” y luego se lo entregó a Chevalier, quien ahora debe decidir entre fundamentar su objeción por escrito o limitarse a descubrir la placa en silencio.
La periodista Marie-Monique Robin, autora del libro y del documental Escuadrones de la Muerte. La Escuela Francesa, publicó que ya en 1957 los coroneles Patrice de Naurois y Pierre Badie fueron reclutados por el Estado Mayor para difundir la doctrina de la guerra contrarrevolucionaria. Dos años después, el general Robert Bentresque se instaló en Buenos Aires para trabajar como docente en la ESG de avenida Luis María Campos. “Traté de explicarles esta guerra subversiva, esta guerra desde abajo, diciéndoles que el enemigo a veces puede ser ese muchacho con el que tomamos whisky”, recordó ante Robin. El libro incluye fotos de militares franceses con el dictador Pedro Eugenio Aramburu en Casa Rosada en tiempos de la batalla de Argel, que durante años se presentó como modelo a imitar en la “lucha antisubversiva”, o del cardenal Antonio Caggiano inaugurando junto al presidente Arturo Frondizi un curso interamericano de guerra contrarrevolucionaria. La influencia de la Escuela Francesa sobre los militares argentinos consta en publicaciones oficiales, fue mencionada por periodistas y académicos, y admitida en entrevistas filmadas con Robin por iconos del terrorismo estatal del Cono Sur, como los generales Ramón Díaz Bessone y Albano Harguindeguy, o el ex jefe de la DINA chilena Manuel Contreras.
La idea de recordar el rol de los militares franceses sobre sus pares argentinos, a quienes enseñaron la división del territorio en zonas y áreas o la reeducación de prisioneros para usarlos como agentes propios, surgió de funcionarios de Defensa durante una recorrida por la ESG, donde se imponen las placas de los Familiares y Amigos de Muertos por la Subversión (Famus). “En la parte antigua del edificio hay placas de distintas etapas de la historia. En el marco de la política del gobierno sobre la memoria, de no sacar cosas de las paredes salvo que sean delictivas, de no borrar la historia sino contarla toda, surgió la idea de mencionar a la Escuela Francesa”, explicó a Página/12 el profesor Carlos Pérez Razzetti, subsecretario de Formación del Ministerio de Defensa. La tarea fue encargada a la Dirección de Derechos Humanos, a cargo de Stella Segado.
“En este lugar funcionó la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino”, recuerda la placa, que se instaló en silencio a principios de junio. “Las aulas de este edificio fueron testigos de la formación impartida a los oficiales jefe y oficiales superiores del Ejército en las técnicas de la denominada ‘Escuela Francesa’, en las que el secuestro, la tortura y la desaparición conformaron la columna vertebral de las prácticas genocidas amparadas en la doctrina de la ‘Seguridad Nacional’ impuesta por el terrorismo de Estado que sufrió la Argentina durante la última dictadura cívico-militar, entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983”, explica.
El CEFA, para el que el Estado construyó un nuevo edificio detrás de la ESG, se inauguró el 6 de junio. “Tiene como origen el aprendizaje obtenido en la Guerra de Malvinas y quiere simbolizar una nueva operativa de las fuerzas”, explicó la presidenta Cristina Fernández, que encabezó ese día el acto de ascenso post mortem del teniente de fragata Jorge Alberto Devoto, desaparecido del edificio Libertad en 1977, cuando fue a averiguar el paradero de su suegro. Después del acto, Puricelli se trasladó a Luis María Campos 480 y recorrió los edificios del CEFA, que depende del Estado Mayor Conjunto, a cargo de Chevalier. El contenido de la placa, que ya estaba instalada, no se difundió oficialmente.
“Injuriosa e insultante placa”, renegó días después la revista Tiempo Militar. Sus seguidores cuestionaron la hombría de Chevalier y uno propuso “romper la placa a mazazos”. El coronel retirado Jorge Augusto Cardoso, que en 1976 fue comisionado al Tercer Cuerpo de Ejército, más precisamente a la policía de Córdoba, la consideró “un infame e injustificado agravio” y reclamó desde una carta de lectores que se fundamente su contenido o se exija un desagravio a sus autores. Cardoso informa en su blog que se dedica “a la cátedra universitaria, la capacitación docente y empresarial”, admite que es “sustantivamente un soldado” y nada dice sobre su actuación durante la dictadura.
En ese contexto, con Puricelli de viaje por China, fue que alguien cubrió con un paño negro la placa en el CEFA. En la práctica nadie se hizo cargo de la decisión. “La orden de descubrir la placa y la orden de taparla se dieron desde Defensa. Fue una orden verbal que recibió el director del CEFA, contraalmirante (José María) Martín, y el motivo habría que preguntárselo a Defensa, no hay documentación respaldatoria”, dijo un vocero del EMGC ante la consulta de Página/12.
Desde Defensa aseguran que nadie ordenó taparla. “El Estado Mayor Conjunto le planteó al ministro dudas sobre los hechos históricos que se mencionaban”, explica Pérez Razzetti. “‘Hay gente que dice que no fue así, que esos instructores no estuvieron en la ESG’, le dijeron. El ministro pudo haber dicho ‘es una orden y basta’, pero en lugar de imponer su autoridad prefirió que se imponga la autoridad de la historia, pidió que se haga una investigación y que se le envíe a Chevalier. Me parece una manera respetuosa de trabajar en conjunto”, destacó el subsecretario de Formación. El informe lo armó la Dirección de Derechos Humanos e incluye programas de estudio y bibliografía sobre la doctrina que los franceses aplicaron en Indochina y Argel y los argentinos en su territorio. El próximo paso corresponde al brigadier Chevalier.