viernes, 25 de junio de 2010

Reticencia de la Fuerza Aérea

LA FISCALIA LE INFORMO A DEFENSA QUE LA AERONAUTICA NO APORTA DATOS REQUERIDOS SOBRE AVIONES
Los familiares de víctimas del terrorismo de Estado arrojando claveles al Río de la Plata.

Por Diego Martínez

Mientras Adolfo Scilingo cumple su condena en España y hay sólo dos pilotos navales procesados luego de confesar (en privado) su actuación en vuelos de la muerte, las Fuerzas Armadas se resisten a entregar datos que permitan investigar el método argentino de desaparición de personas. El fiscal Federico Delgado, que desde hace un año investiga el funcionamiento de la Brigada Aérea de Palomar, le informó por escrito al Ministerio de Defensa “la escasa colaboración” de la Fuerza Aérea, a la que reclama sin suerte el historial de los aviones que según ex conscriptos y operarios civiles se usaron para arrojar secuestrados al mar. Esta misma semana, al procesar a Julio Poch, el juez Sergio Torres destacó que los documentos que sobrevivieron a la impunidad planificada existen “merced a un descuido o falta de prolijidad a la hora de eliminar todas las pruebas escritas”.

La primera denuncia sobre vuelos en Palomar la formuló Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar. Acusó a las tres fuerzas “de arrojar prisioneros al mar desde transportes de la Primera Brigada Aérea” y precisó que “usaron Fokker F-27”, modelo que el ex sargento Víctor Ibáñez incluyó entre los aviones que con idéntico fin usaba el Ejército en Campo de Mayo y que empleó la Armada en el Aeroparque Jorge Newbery, según alcanzó a contar el desaparecido Emilio Assales luego de ver a sus compañeros de la ESMA desmayarse al pie del avión y de que el Servicio de Inteligencia Naval postergara su agonía para interrogarlo. También el capitán Hemir Sisul Hess, con procesamiento confirmado por la Cámara Federal, contó a sus íntimos que “los vuelos salían del Palomar o Morón”.

Delgado inició una instrucción preliminar a partir de la denuncia de la hija de un desaparecido víctima de los vuelos que los antropólogos forenses exhumaron de una tumba NN. El fiscal recibió más de trescientos testimonios, la mayoría de ex conscriptos y de civiles. Un soldado contó que vio grupos de “veinte a treinta personas” que “bajaban encapuchados de los furgones y eran subidos por personas vestidas de civil a los aviones”. “Nos decían que eran subversivos”, agregó. Otro dijo que “eran trasladadas en aviones que después nosotros limpiábamos”. Contó que los cautivos, “esposados unos de la mano de otros”, llegaban “en camiones de la Policía Federal”. Identificó los Fokker F-27, contó que los vuelos “duraban entre veinte y treinta minutos” y que se hacían “con mucha frecuencia”. Apuntó que “regresaban sin pasajeros”, aunque dijo ignorar el destino. “Los cabos decían que a esa gente la iban a cambiar de cárcel”, recordó.

Un tercer ex conscripto que dijo haber integrado la “compañía COIN, que significaba contrainsurgencia” y sobre la cual la Fuerza Aérea dice no tener antecedentes, recordó que “había una efervescencia instaurada que hacía creer que todos eran subversivos”. No vio cargar secuestrados, pero sí bajar desde un Fokker “gente esposada por la espalda y con los ojos vendados”, que luego eran “cargados en un micro”. Recordó en particular a “una mujer de unos 35 años” a quien “le pegaron un empujón de arriba y cayó de cabeza”.

Un ex motorista de Palomar supo “por comentarios de suboficiales” que “salían vuelos con personas vivas, quienes luego eran arrojadas al mar”. Agregó que los secuestrados “eran trasladados en camionetas y en forma conjunta por las tres fuerzas militares y por la policía”. “Esos vuelos no estaban programados, no figuraban en ninguna planilla”, dijo. Precisó que los vuelos eran “durante la noche” y que usaban “aviones Fokker F-27 Tango Charly, la versión paracaidismo” (la sigla significa Transporte y Carga y refiere a los aparatos que permiten retirar las butacas del Fokker para volar con carga). El testigo no identificó a los confesores, aunque aseguró que “tenían la necesidad de descargar semejantes atrocidades”.

Según el oficio que Delgado remitió a la ministra Nilda Garré, “nunca recibió una respuesta concreta” por parte de la Fuerza Aérea, a la que reclama planes de vuelos de los Fokker F-27 y F-28 y de los Hércules C130. Los pedidos “recorren todos los rincones de la institución” y derivan en respuestas en “lenguaje encriptado”, que llegan a destino “fuera de término y sin una respuesta concreta”.

dmartinez@pagina12.com.ar

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