Por Diego Martínez
Roberto Heriberto Albornoz fue jefe del Servicio de Informaciones Confidenciales de la policía de Tucumán.
Roberto Heriberto Albornoz, alias Tuerto, ex jefe del Servicio de Informaciones Confidenciales (SIC) de la policía de Tucumán durante la dictadura, fue condenado ayer a la pena de prisión perpetua por el secuestro y homicidio de los militantes montoneros Juan Carlos Aguirre y Margarita Susana Azize Weiss de Tello en 1976. Tanto familiares de las víctimas como organismos de derechos humanos y el fiscal Leopoldo Peralta Palma celebraron el fallo, pero repudiaron el beneficio de la prisión domiciliaria para Albornoz, que acumula tres condenas. “Sentimos un profundo desagrado por el arresto domiciliario, ya que se trata de un ser perverso que estará muy cómodo en su casa mientras nuestros hijos no están con no-sotros”, resumió Sara Mrad, de Madres de Plaza de Mayo de Tucumán.
Carlos Tello y su esposa Margarita vivían en Mendoza pero, perseguidos por la Triple A, se radicaron en Tucumán. El operativo fue el 12 de julio de 1976. “Azizita”, como le decía su familia, llegó a su casa con su hija Mariana Eva, de nueve meses. “Cuando vio el operativo del Ejército y la policía, mi madre empezó a retroceder tratando de protegerme y fue inmediatamente acribillada por ráfagas de ametralladora”, declaró la semana pasada Mariana, que estuvo dos meses secuestrada y que hace quince años milita en Hijos Córdoba. Tello llegó a la casa a la noche, pudo burlar a la policía y sobrevivió “durmiendo en cualquier parte”, recordó a su turno. Por gestiones de su suegro, diez días después pudieron recuperar el cuerpo de Margarita, que fue enterrado en Jujuy.El correntino Aguirre, militante peronista surgido de grupos católicos, maestro, padre de cuatro hijos, estaba en la casa de Tello y fue secuestrado con otros militantes. Una vecina vio cuando los cargaban en un camión, encapuchados. Sus restos fueron identificados 33 años después por el Equipo Argentino de Antropología Forense y en febrero de 2010 fueron inhumados en su ciudad, Goya. Su hija Liliana, jueza civil y comercial de Goya, recordó al declarar que “después de la muerte de papá, en casa nunca más se lo nombró hasta la vuelta de la democracia”. La noticia de la muerte fue en realidad un comunicado del Tercer Cuerpo de Ejército sobre un “enfrentamiento” en el que “cayeron abatidos los subversivos”.
Ayer a las diez de la mañana el Tribunal Oral Federal de Tucumán invitó a Albornoz a decir sus últimas palabras. “No me encuentro con ánimo”, balbuceó quien fuera uno de los más feroces torturadores bajo el mando de Antonio Bussi. A las 13, los jueces Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y Jaime Díaz Gavier hicieron público el veredicto: prisión perpetua como autor mediato de los delitos de violación de domicilio, secuestro y homicidio agravado. Albornoz ya fue condenado en 2010 en el juicio a los represores de la jefatura de policía y este año en la causa Romero Niklison. El juicio tenía otros dos imputados: Luciano Menéndez, fuera de juego por problemas de salud, y Bussi, que falleció la semana pasada.
Mariana Tello dijo sentirse “aliviada”, pero aclaró que su lucha continúa. “Esto no termina aquí, porque voy a seguir adelante por los 30 mil desaparecidos, los chicos que fueron quitados a sus padres y entregados a otras familias”, explicó. Lamentó el arresto domiciliario del condenado y recordó que “era un hombre que se sentía dueño de la vida y de la muerte de las personas”. El fiscal Peralta Palma advirtió que “si Albornoz sigue cumpliendo la pena en su casa, el fallo se vuelve irrisorio, simbólico”. “Creemos que se debe acondicionar el lugar de detención acorde con las necesidades médicas, pero debe estar en la cárcel, porque son delitos de lesa humanidad, graves”, reclamó.
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