El sociólogo Fortunato Mallimaci afirma que los gestos de
austeridad son “un buen signo”, pero no un programa de gobierno. Analiza los
posibles cambios en la relación entre el Gobierno, el Vaticano y la Iglesia
argentina. Los escándalos sexuales. La última dictadura.
Por Diego Martínez

‑‑Pasadas las dictaduras y los gobiernos neoliberales, ¿qué significa
la elección de un papa argentino justo cuando América Latina protagoniza
procesos de transformación con amplia legitimidad de sus gobiernos?
‑‑Significa que la iglesia católica ha decidido asignarle a América
Latina prioridad pero sobre todo de presencia religiosa que permita dinamizar
el catolicismo, dado que en el mundo católico latinoamericano es donde más ha
disminuido la cantidad de fieles. Pensarlo sólo en clave política no alcanza.
Innegablemente influye pero la principal preocupación de la iglesia católica es
el descenso de sacerdotes, religiosos y creyentes en un mercado de bienes
religiosos diversificado, en el cual los creyentes no encuentran qué posturas
tener. A su vez en América Latina ese catolicismo se ha pensado muy cercano al
Estado y a los grupos dominantes. Ese vínculo es más fuerte que en Europa o
Estados Unidos y queda en evidencia ante las denuncias de abuso sexual, que en
América Latina casi no tienen repercusión. Aquí tienen más impunidad, como se
vio ante la condena del padre Grassi.
‑‑¿Minimiza la influencia que pueda tener el nuevo papa en los
procesos políticos de Sudamérica?
‑‑Creo que los papas, por una larga tradición romana, actúan en
consonancia con las iglesias locales y las nunciaturas. Cuando un papa visita
México consulta a la iglesia mexicana. Si visita Cuba y le dicen "no
escuche a los de Miami", el papa lo hace. Es una política que tiene su
lógica y que empieza con Juan Pablo II, ya que antes apenas se movían de
Italia. Juan Pablo II tuvo una política de movilizar a las bases para tratar de
renovar y aggiornar ese catolicismo emotivo que había en nuestros países a
partir del contacto directo. Pero todos los estudios mostraron que la mayoría
de la gente que participaba de esas movilizaciones disfrutaba del papa pero no
tenía idea de sus mensaje.
Tras la observación, Mallimaci
repasa la relación de los gobiernos del Cono Sur con la iglesia: "Si el
papa fuera a Brasil apoyaría a la iglesia brasileña, que tanto con Lula como
con Dilma tiene vínculos estables. También en México, donde el PRI ha dejado de
lado su anticlericalismo de otra época y tiene una postura de acercamiento a
Roma. En Cuba no tendría ningún problema, acaba de ir Benito XVI. Si va a
Venezuela sería interesante, porque la Iglesia católica venezolana está muy
ligada a las fuerzas políticas de oposición. Debería pensar bien si va sumarse
a esa perspectiva o a buscar una presencia masiva aprovechando que hay una
sensibilidad popular católica fuerte que se vio con la muerte de Chávez. En
Ecuador no habría problema, Correa tiene vínculos históricos con sectores de la
iglesia. En Perú habría que ver qué posición toma, es muy fuerte la presencia
del cardenal Cipriani, del Opus Dei, y hay grandes conflictos internos. En
Bolivia sería problemático porque la iglesia no tiene buena relación con el
Estado. En Uruguay históricamente hay mayor autonomía. En Chile no tendría
problema.
--¿Y en la Argentina?
--En Argentina mis dudas son mayores. No hay experiencia histórica de
un papa latinoamericano, con todo lo rico que significa que se descentre la
mirada del Vaticano. Habría que ver la experiencia histórica de Bergoglio, con
contactos fluidos con líderes opositores y una mirada muy crítica hacia el
gobierno. Ha aparecido más cómo referente político de oposición que como líder
religioso. La venida como papa tal vez lo lleve más a ser referente religioso
para evitar ser utilizado políticamente.
‑‑¿Cambiará de perfil?
‑‑Habrá que ver si viene Bergoglio o Francisco. Ahí lo pensará
muchísimo porque tendrá todas las miradas encima, de Argentina y de América
Latina. Esto vale también para la oposición, que lo va a querer como referente,
y para el gobierno, que tendrá que ver qué hace ahora, cuando Bergoglio se
transforma en un referente mundial. El gobierno deberá reflexionar más sobre su
vínculo, con Roma y con la Iglesia local, que se va a transformar en una correa
de transmisión muy fuerte del propio papa, quien ahora designará nuevos obispos
y puestos claves del episcopado.
‑‑La sociedad y el Estado argentino avanzaron en la última década en
la conquista de derechos, como el matrimonio igualitario, pese a la oposición
de la iglesia católica con Bergoglio a la cabeza. ¿Qué nos espera ahora? ‑‑A ese
nivel me parece que no va a haber grandes cambios. Tendrá que aceptar las leyes
y propuestas que tienen amplio consenso en la democracia argentina. Hay aborto
en Italia, Francia, Alemania, había en Polonia, y esto no supuso que ni que
Juan Pablo II ni que Benito XVI intentaran cambiarlo. Intentan disminuirlo,
tratan de que las leyes se cumplan lo menos posible, que los católicos no lo
practiquen. Son iglesias acostumbradas a la separación del Estado. Habrá que
ver si Francisco se nutre de la experiencia de autonomía de estas iglesias o
quiere retomar una postura fuerte como en América Latina, de politizar lo
religioso y catolizar lo político.
‑‑De volver a tener la influencia del siglo pasado...
‑‑Sí, lo que fue durante las dictaduras, que en muchos países incluían
a vastos sectores políticos, religiosos, económicos y mediáticos. No es un tema
de oficialismo u oposición, seamos claros: la política en América Latina no se
piensa autónomamente de lo religioso, se piensa cómo cada uno hace suya una
parte de lo religioso, en especial con la iglesia católica. La pregunta es cuál
va a ser la autonomía de los partidos respecto a una presencia mucho más fuerte
de la iglesia. Va a depender tanto de los actores políticos como del papado.
Cada uno deberá pensar en una sociedad que se manifiesta en un 75 por ciento
católica pero donde pesa fuertemente el cuentapropismo religioso que toma distancia
de clérigos, preceptos y dogmas aunque sienta a ese catolicismo como identidad
o cultura nacional. Descubrir los hilos de todo esto va a exigir a los partidos
y al propio Estado mucha fineza en el análisis, porque la presencia simbólica
de tener un papa argentino tiene un peso que no conocemos. Tanto para Francisco
como para a la iglesia católica argentina como para la sociedad política,
mediática y económica es todo un desafío.
‑Bergoglio decidió ser Francisco por un santo que se caracterizó por
su espíritu de pobreza y desprendimiento. ¿Le alcanzará el nombre y los gestos
de austeridad para revertir la imagen de la iglesia?
‑‑Los gestos y los símbolos son importantes en sociedades mediáticas
pero no definen una política de gobierno, no alcanzan. Es valorable ser
sencillo, humilde y austero. En un mundo globalizado donde los focos sobre la
institución están puestos en los escándalos es un buen signo. Pero no alcanza,
no es un programa de gobierno, no es un programa teológico pastoral. El
programa será conservador, es innegable, porque la enorme mayoría o la
totalidad de quienes lo eligieron son conservadores o ultraconservadores. Habrá
que ver cómo se mueve ahí adentro.
‑‑El sociólogo Juan Cruz Esquivel pronosticaba que una de las
prioridades de Bergoglio será ordenar la curia romana. ¿Qué significa?
‑‑Estoy de acuerdo. Se refiere a los escándalos del Vaticano de los
últimos años. En realidad son de larga data, el cambio se da a partir de la
sociedad mediática globalizada, que hace que estos hechos repercutan
mundialmente. Los escándalos de la curia producen una pérdida de autoridad de
obispos y cardenales. Los fieles los escuchan cada vez menos. Antes los
escándalos no llegaban a inquietar la base social de la Iglesia, hoy inquietan
al conjunto de la feligresía católica. Otro problema es la propia estructura
del Estado vaticano. ¿Esa estructura creada hace 150 años favorece las
expectativas de creyentes y especialistas? ¿O implica una lógica más política
que religiosa con los 177 Estados que tienen relación con el Vaticano? Ahí hay
una tensión que es histórica pero que en este momento se hace muchísimo más
fuerte entre la iglesia local y el nuncio que decide en vinculación directa con
el papa. En Argentina no va a suceder porque el papa va a decidir más que el
nuncio pero en otras iglesias es todo un tema. En la medida que los Estados y
las sociedades políticas busquen lo sagrado para compensar sus pérdidas, la
estructura católica internacional es una de las más preparadas para dar
respuestas, pero esa estructura necesita muchísima gente y dinero, necesita que
la informen, necesita relaciones con políticos, por eso lo de Vatileaks. Eso da
un amplio poder político, pero no da el reconocimiento religioso de los
creyentes. Ya veremos qué se hace en este sentido, pero deben pensar qué curia
se necesita para que los creyentes tengan más participación y no sólo sean
tenidos en cuenta los Estados y la sociedad política. No es decisión sólo de
Francisco, hay que ver cómo analizan y deciden los distintos grupos de poder
que existen en la Iglesia.
‑‑Bergoglio no excomulgó al pedófilo condenado Julio Grassi.
¿Enfrentará el problema de los curas pedófilos?
‑‑Lo va a tener que enfrentar porque no es una decisión individual:
iglesias poderosísimas de Estados Unidos y Europa decidieron enfrentarlo, por
problemas éticos, de credibilidad y en el caso de Estados Unidos financieros,
por el costo de los juicios. En Argentina la Conferencia Episcopal no se
pronunció ante las condenas de Grassi ni del obispo Storni ni de Von Wernich, que
siguen perteneciendo a la institución. En los últimos tiempos, en las iglesias
del norte, han sido puestos a disposición de la justicia y suspendidos. Hay que
reconocer que la postura de Benito XVI ha sido más inflexible. Esas denuncias
son más factibles en sociedades acostumbradas a denunciar estos casos que en
las nuestras, donde, por ser patriarcales, machistas, con poca valoración de
las víctimas, no sólo no denuncia la Iglesia sino tampoco organizaciones
políticas, económicas, culturales o mediáticas. Y cuando se denuncia, la
mayoría de las veces son encarpetadas por instituciones estatales o por la
justicia.
‑‑Bergoglio intentó sin éxito unificar a la oposición contra el
gobierno argentino, que es parte del proceso de cambios que atraviesa la región.
¿La asunción como papa permite pensar que dejará en un segundo plano el frente
interno o, al contrario, que la respaldará con más fuerza?
‑‑Pienso que los problemas que tiene con los escándalos, la curia, las
transformaciones que debe hacer, lo van a ocupar de manera primordial. De cómo
solucione esos problemas dependerá en gran medida cuanto tiempo dedique a temas
de la Argentina. También va a depender de quién sea el próximo cardenal de
Buenos Aires, que será su decisión y dará indicios sobre el rumbo. Pero supongo
que le va a llevar un tiempo bastante importante en tratar de ordenar los
escándalos de la propia curia.
Los creyentes y la dictadura
‑‑Hace más de 25 años Emilio Mignone citó a Bergoglio como ejemplo de
los "pastores que entregaron a sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni
rescatarlas", y es público su rol en los casos de Yorio y Jalics...
‑‑Coincido ampliamente con Mignone sobre la complicidad del superior
de los jesuitas con las detenciones de Jalics y Yorio. Eso formó parte del
proceso de catolización y militarización que impulsaron las dictaduras cívico‑militares‑católicas
en nuestro país. Eso me parece clarísimo. He hablado extensamente del tema con
Mignone y con Yorio, que son víctimas y en quienes confío totalmente. Yorio
estaba convencido de que el superior los desprotegió y no hizo nada para evitar
que los detuvieran.
‑‑La pregunta, tal vez ingenua, es cómo se puede llegar a papa con
esos antecedentes, y cómo podrán digerir la noticia los creyentes comprometidos
con el proceso de verdad y justicia.
‑‑La primera pregunta también me la hago. Quizá quienes lo eligieron
no han conocido o valorado suficientemente la historia. Además es un conclave
muy conservador. Hay que reconocer que desde el punto de vista penal no hay
condena, pero es una discusión que tengo: más allá de las responsabilidades
penales, que tienen reglas propias, hay otro tipo de responsabilidades en
juego. Sobre los creyentes, entiendo que la colaboración con la dictadura es un
tema que afecta y muy fuerte al catolicismo en la Argentina, con muchos
creyentes desinstitucionalizados. El grupo de Cristianos para el Tercer Milenio
lo ha demostrado: cuestionan que no se resuelva el tema de la participación y
la complicidad, la falta de arrepentimiento, la no entrega de archivos, la falta
de colaboración para encontrar a niños robados. Pero también es verdad que hay
un "carisma de función", como decimos los sociólogos: cualquiera
fuera el Papa, una gran mayoría de los católicos "de a pie" le
reconoce legitimidad y autoridad, al menos en una primera etapa. El
nombramiento de un nuevo Papa siempre emociona y genera esperanzas, más aún si
se trata del primer papa latinoamericano y argentino. El día a día dirá si esas
esperanzas se concretan y si ese carisma de función se convierte en un liderazgo
transformador.
RECUADRO (QUE NO ENTRÒ)
“Un papa de transición”
"La elección de otro papa de 77 años muestra que el conjunto de
los cardenales católicos no tiene muy claro hacia dónde ir con respecto a las
grandes reformas que tienen que hacer, ya sea en la curia, dentro del Estado
Vaticano, reforma de concepciones centrales sobre familia, sexualidad, los
jóvenes, las vocaciones. En ese sentido me parece que, igual que con Benito
XVI, se eligió un papa de transición.
Creo que la Iglesia está viviendo varias
transformaciones al mismo tiempo. El hecho de que Benito haya renunciado marca
un cambio fenomenal en la concepción del papado. Antes debía morirse en el
cargo, ahora se ha desacralizado muchísimo la función. El carisma de ser papa a
partir de esa renuncia se va transformando. Los primeros gestos de Francisco
apuntan más a ser el obispo de Roma que el papa como príncipe infalible de la
iglesia universal. Por eso habló mucho como obispo de Roma, que lo es desde el
punto de vista del catolicismo. Habló en italiano, poco y nada en latín. Se
dirigió a los fieles como hermanos y hermanas, es interesante que incluyera a
la mujer. Le dijo al pueblo que lo bendiga, fue austero y sencillo. Son todos
gestos y símbolos valiosos pero no dicen nada de cuál va a ser su política estructural,
sobre qué va a hacer con los grandes dilemas de la Iglesia católica. Su
preocupación sobre Argentina va a estar muy ligada a cómo resuelva los
problemas que tiene en Roma, problemas importantísimos con la curia, con la
banca, con movimientos que tienen muchísimo peso en la estructura vaticana; qué
relación va a tener con la compañía de Jesús, a la que pertenece aunque no es
como delegado de la Compañía que llega a ocupar el cargo. Hay una serie de
tensiones que le van a ocupar gran parte de su tiempo y habrá que ver con qué
equipo llega, eso mostrará cuáles fueron los grupos dominantes que le dieron el
voto para llegar a ser obispo de Roma.”