HUMBERTO HERRERA, DEL TALLER PROTEGIDO 19
“Los internados estaban consternados”
Por
Diego Martínez
“Nunca imaginé que tendría que ver esa imagen.
Es muy difícil de elaborar y de procesar.” La imagen: cientos de policías pertrechados
para la guerra repartiendo palos, gases y balas de goma contra enfermeros,
médicos, pacientes y periodistas. Quien no sale del asombro es Humberto
Herrera, carpintero que desde 1989 enseña(ba) su oficio en el Taller Protegido
19 del Hospital Borda, demolido el viernes por el gobierno porteño para
concretar el sueño de Mauricio Macri de construir allí un centro cívico.

“Empezamos a convocar y de a poco se fueron
juntando trabajadores del Hospital y de organizaciones. Como sabíamos que el
taller estaba protegido por medidas judiciales, pedíamos que se presentara un
responsable del operativo y mostrara qué autorización tenía. Pero no nos
permitían ingresar, tampoco a los periodistas. Se producen los primeros
forcejeos y esta gente reacciona violentamente, empiezan los palos, empujones,
con mucha agresividad, y se producen cuatro o cinco avanzadas de la infantería
hacia los trabajadores tratando de hacernos retroceder”, relató. “Cuando llegan
los primeros legisladores y muestran sus credenciales, primero no los dejan
entrar, después consiguen una entrevista con alguien que admite que no tienen
autorización y que tienen que retirarse. Les dan un plazo de diez minutos, y
ahí empezamos a ver a través del cordón de infantería cómo se derrumbaba la
construcción”, recordó Herrera.
–¿Los pacientes ven la demolición de su taller?
–Sí, hay pacientes que a esa hora están afuera
de los pabellones. Algunos tienen actividades en instituciones como los
talleres protegidos, pero otras implican trasladar elementos, actividades
cotidianas del hospital. Además los pacientes andan con cierta libertad, no
están encerrados. Los internos estaban consternados, no entendían bien qué
estaba pasando. Hay distintos estados por los que atraviesan los pacientes.
Esas patologías tienen mucho que ver con el registro de la realidad que se
vive, pero en general todo el mundo estaba consternado.
Herrera trabajaba en la rehabilitación de internos: enseñaba en el edificio
demolido a fabricar muebles para hospitales y reparticiones públicas de la
ciudad. "Desde que se deshabilitó el Taller 19 estaba en otro edificio
haciendo trabajos de mantenimiento y producción, sin pacientes todavía. Algunos
que estaban en condiciones de salir fueron a otra sede, otros perdieron la
continuidad del tratamiento. El nuevo taller está activándose lentamente y no
reúne las condiciones que el gobierno dice, hay muchos problemas por el ruido y
no hay espacio para que funcione un taller de carpintería y herrería. El típico
taller 19 es dificultoso que pueda volver a funcionar", advierte.
--¿Imaginó algún vez a la policía reprimiendo en el Borda?
--No, nunca imaginé que tendría que ver esa imagen. Es muy difícil de
elaborar y de procesar. Nosotros teníamos nuestra actividad en el taller pero
además participábamos de actividades en todo el parque del hospital. Frente al
19 hay otro predio que el gobierno toma que es una cancha de fútbol donde se
hicieron campeonatos y vinieron figuras célebres. Hay actividad artística con
el Frente de Artistas, es inconcebible que pase todo esto es un lugar donde hay
tanta vida. Si tenemos en cuenta toda la vida interna de un hospital
psiquiátrico, no se está perdiendo sólo el dispositivo del taller protegido,
hay muchas otras actividades altamente perjudicadas.
Herrera repasa de memoria algunas pérdidas provocadas por las palas
mecánicas y se detiene en una obra artística. "En esa parte del predio
quedó un elefante hecho con papel mayé. No sabemos qué van a hacer, es una obra
de arte. Este operativo avasalló con todo, incluso en TV se puede ver que todas
nuestras pertenencias y herramientas quedaron tiradas a la intemperie. Es que
estaban de algún modo protegidas en el edificio. Sacamos cosas personales pero
el resto no porque estaba bajo el amparo de una medida cautelar, nadie podía
tocar nada. La diferencia es que el gobierno violó una decisión de la justicia
mientras nosotros estábamos a la espera de una resolución armónica y
civilizada".
PABLO VILLAN, FOTOGRAFO. UNO DE LOS PERIODISTAS AGREDIDOS
“Tiraban a mansalva”
La represión de la Policía Metropolitana no
reparó en enfermeras, pacientes y tampoco en periodistas. Pablo Villán,
fotógrafo del diario Crónica, fue uno de los 16 cronistas y reporteros gráficos
que se contabilizaron entre las víctimas. Consultado por Página/12, contó que
durante los siete años en Crónica le tocó cubrir varios episodios de violencia
pero nunca había visto “a la policía tirar a mansalva a todo lo que se mueva”.
“Cuando llegamos con un cronista la policía no
nos dejaba pasar. Unos enfermeros y médicos metieron presión hasta que entramos
todos, serían las diez y media. El clima era muy tenso. Ya los compañeros de
ATE y CTA junto con los trabajadores del lugar denunciaban enfrentamientos. Media
hora después empezó el foco en el que tuve el accidente”, contó.
“Primero veo que la infantería se forma y
agarran a una enfermera, una mujer con un bastón, y se la llevan para atrás
entre cinco policías, incluidas varias mujeres. Veo a mi compañero filmando con
el celular, me acerco para hacer la foto y me agarran desde atrás, me
zamarrean, me tiran al piso. Primero un policía, después dos o tres más, todos
con chombas de la Metropolitana. Ahí me doblo y me esguinzo el tobillo”,
recuerda. “Mientras me zamarrean levanto los brazos para que me dejen y en ese
momento alcanzo a ver a fotógrafos de La Razón y Télam, les pido que saquen
fotos, y ahí me dejan y alcanzo a ver cómo se llevan a la enfermera. No le
logro hacer la cara pero sí cómo la arrastran entre cuatro o cinco, uno de cada
mano y de cada pie”, relata.
Villán recordó que “después hubo varios focos de
violencia hasta al menos las dos de la tarde”. Cuando con otros fotógrafos
intentaron ubicarse detrás de los policías, uno les dijo “no pueden”. “¿Cómo
que no se puede? Nunca lo había escuchado en mi vida. Pero no respondió nada,
sólo dijo ‘váyanse’. No le dimos bolilla y seguimos trabajando, tratando de
cuidarnos porque la represión era a mansalva”, apuntó.
Entre las imágenes que quedaron grabadas en la
mente del reportero recordó a “varias mujeres, enfermeras, doctoras o
psicólogas, muy nerviosas, intentando trasladar a pacientes desencajados a lugares
seguros”. “También hice la foto de un chico que, mientras se hacían asambleas,
estaba tirado en el pasto, pensando, como en otro mundo.” “Escuché a la tarde a
Macri diciendo que eran todos activistas pero la verdad es otra: yo vi gente
que estaba trabajando y que llamaba desesperada a sus colegas de otros
hospitales”, destacó. Villán, de 35 años, siete como trabajador del diario Crónica,
apunta que le tocó cubrir episodios de violencia pero “ver a la policía tirar a
mansalva a todo lo que se mueva, no”. “Estuve en el Parque Indoamericano, fue
más jodido pero sin policía de por medio”.