Un militar prófugo de la Justicia y al menos otros once procesados por crímenes de lesa humanidad cobran la pensión “honorífica” que el gobierno nacional paga a ex combatientes de Malvinas. Seis meses atrás, a partir de la denuncia de organismos de derechos humanos, la Anses suspendió preventivamente el beneficio a ocho represores, incluido el marino Jorge Acosta, jefe de inteligencia de la ESMA. En teoría, la Anses y el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos iban a controlar cada mes el padrón de beneficiarios para que los nuevos procesados dejaran de cobrar y sólo volvieran a hacerlo si eran absueltos. En la práctica, pese a la insistencia de Página/12, fue imposible conocer oficialmente si los controles derivaron en nuevas exclusiones, pero sí fue posible confirmar que al menos una docena de retirados de dudosa honorabilidad cobra su pensión.
El caso más insólito es el del coronel retirado Norberto Ricardo Villegas, con pedido de captura de la Justicia federal de Tucumán desde febrero de 2006 por el caso Vargas Aignasse y por la desaparición y el robo de la casa de Marta y Rolando Coronel en 1977. Según el sitio web de la Anses, Villegas puede retirar su pensión a partir del 22 de septiembre en la sucursal Luis María Campos del Banco Nación. El riesgo de quedar detenido es ínfimo: la Unidad Especial de búsqueda de prófugos, creada por una ley del Congreso que la presidenta Cristina Fernández promulgó en mayo, se resiste a existir. El 9 de agosto, Aníbal Fernández adjudicó la demora a que la Jefatura de Gabinete no le transfirió los fondos y anticipó que la creación se concretaría esa misma semana. No volvió a dar señales de vida.
La zanahoria
La pensión para los colimbas que pelearon en Malvinas fue impulsada por los Centros de Ex Combatientes durante los ’80 y se concretó por ley 23.848 a fines de 1990. El pago equivalía al modesto sueldo de un cabo del Ejército. Carlos Menem la extendió a militares en situación de retiro o baja voluntaria. En 2004, por decreto 1357, Néstor Kirchner traspasó la administración del beneficio de la órbita del Ministerio de Desarrollo Social a la Anses, la transformó en pensión “honorífica”, aumentó el monto hasta el equivalente a tres jubilaciones mínimas (poco menos de dos mil pesos) e igualó a sobrevivientes con derechohabientes de los caídos.
La zanahoria se volvió sabrosa y la Comisión Nacional de Ex Combatientes, dependiente del entonces ministro del Interior, Aníbal Fernández, comenzó a presionar para que el pago se extendiera a los militares, que desde 1994 cobran un plus salarial como ex combatientes. Lo logró en 2005: por decreto 886 pasaron a cobrar todos los miembros de las Fuerzas Armadas “que hubieran estado destinados en el Teatro de Operaciones Malvinas”, incluidos marinos mercantes y miles de oficiales y suboficiales que no se movieron de las bases continentales.
Los primeros en cuestionarlo fueron los ex conscriptos, obligados tras la derrota a firmar en Campo de Mayo un compromiso de silenciar estaqueamientos, desnutrición y torturas que padecieron de sus superiores. “Los militares fueron a la guerra por vocación, cobrando un sueldo, cumpliendo su deber, y al volver siguieron cobrando. A los soldados se les dio de baja y cada uno se las arregló como pudo”, explica Ernesto Alonso, presidente del Centro de Ex Combatientes de las Islas Malvinas (Cecim) de La Plata. “Reconocer a los militares con una pensión honorífica es un acto que coloca bajo el manto del olvido el reclamo de verdad, justicia y memoria que los soldados sostenemos desde hace 25 años”, agrega.
Los abusos contra colimbas, que el cineasta Tristán Bauer instaló en centro de la escena en Iluminados por el fuego, derivaron en 2007 en una denuncia ante la Justicia federal de Río Grande, Tierra del Fuego, presentada por el entonces subsecretario de Derechos Humanos de Corrientes, Pablo Vassel, actual secretario del Consejo de la Magistratura. La presentación detalla 73 hechos que podrían ser considerados delitos de lesa humanidad e identifica a 62 imputados, varios de ellos aún en actividad. La instrucción está a cargo de la jueza Lilian Herraez y del fiscal Mario Rapoport. Aún hoy resta que declaren más de sesenta personas, entre víctimas y testigos. Cuando lo hagan, la jueza comenzará a citar a indagatoria y se producirán las primeras detenciones.
El decreto
El problema es que ni una imputación por estaquear a un soldado hasta convertirlo en hielo ni un procesamiento por crímenes de lesa humanidad durante la dictadura impiden cobrar la pensión “honorífica”. El decreto 886/05 de Kirchner excluyó a condenados por violaciones a los derechos humanos, traición a la Patria, delitos contra el orden constitucional, la vida democrática, o sedición, pero no sentó ningún criterio sobre los procesados, situación jurídica que exige un considerable cuadro probatorio, pero no es sinónimo de culpabilidad: somos todos inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Según los registros del programa Lucha contra la Impunidad del Terrorismo de Estado del CELS, al día de hoy existen 421 procesados, 42 prófugos y más de trescientos denunciados por secuestros, torturas y asesinatos, contra apenas 32 condenados, los únicos excluidos del cuadro de honor.
En marzo, ante el reclamo de organismos de derechos humanos, el entonces director ejecutivo de la Anses, Claudio Moroni, ordenó suspender el pago a los represores procesados, “teniendo en consideración el especial espíritu que ilustra, motiva y conlleva el reconocimiento”. Fueron excluidos entonces los marinos Jorge Acosta, Antonio Pernías, Juan Carlos Rolón, Ricardo Corbetta, Hugo Enrique Damario y Juan José Lombardo, el general Osvaldo Jorge García y el suboficial del Ejército, Juan Carlos Camicha.
Moroni también convino con el Ministerio de Justicia un control mensual para que dejaran de cobrar y sólo volvieran a hacerlo en caso de ser absueltos. Desde hace dos semanas Página/12 intenta infructuosamente que la Anses, que dirige Amado Boudou, informe si el control existe y si hubo nuevos excluidos. El ministro Fernández informó por medio de su vocero que cada mes el Registro de Reincidencia actualiza el padrón de procesados, aunque ignora si hubo nuevos excluidos. En los recuadros que acompañan esta nota se enumeran once casos de militares procesados por secuestros, torturas y homicidios que ponen en duda su honorabilidad y que aún cobran la pensión. A ellos debe agregarse el prófugo Villegas y también ex carapintadas que no llegaron a ser condenados sólo porque se fugaron del país a tiempo, como el mayor médico Pablo Santiago Llanos.
Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-111616-2008-09-15.htmlDe la guerra a la picana
Tirador Binotti
El capitán de fragata Julio César Binotti fue durante 1976 y 1977 jefe de la sección “tiradores” del Batallón de Infantería de Marina 2, en Baterías, donde funcionó un centro clandestino que la Justicia federal de Bahía Blanca aún no investigó. En 1982 integró la única unidad naval que combatió cuerpo a cuerpo con los ingleses, el Batallón de Infantería de Marina 5, que tras la derrota se replegó en orden y con sus oficiales a la cabeza. El Centro de Ex Combatientes de Corrientes denunció que Binotti ordenó estaquear a un soldado chaqueño, de apellido Ferreyra, por un supuesto acto de indisciplina. “Lo ataron al suelo por los pies y las manos y le tiraron encima una lona, que no lo dejaba ver qué podían hacerle. Lo tuvieron así desde la mañana hasta la media tarde, durante siete horas”, relató el soldado Orlando Pascua. Tras la derrota, Binotti se integró al Grupo de Operaciones Especiales de la ESMA, con los alias “Fernando” o “Ciscardo”. El sobreviviente Víctor Basterra, que lo fotografió disfrazado de policía, contó en el Juicio a las Juntas que Binotti participó de secuestros, torturas y traslados, entre otros el de René Haidar. “¿Ustedes ahora terminan?”, le preguntó Basterra. “Este gobierno termina. Los grupos de tareas de la Armada nunca terminan”, respondió hace un cuarto de siglo el marino, ahora preso en Marcos Paz.
Al caso de Binotti se suman otros como beneficiarios de la pensión honorífica:
- El capitán de navío Carlos Eduardo Daviou compartió el primer “vuelo de la muerte” que el marino Adolfo Scilingo relató ante el juez español Baltasar Garzón, quien solicitó su extradición en 1997. A diferencia de otras celebridades de la ESMA, Daviou fue un tapado que hizo carrera: llegó a ser segundo jefe de Inteligencia de la Armada, se retiró a fines de 1999 y fue detenido y procesado por el juez federal Sergio Torres recién en marzo pasado. En la ESMA utilizaba el alias “Justo”. Está preso en Marcos Paz.
- El capitán de navío Francisco Lucio Rioja, alias “Fibra” o “Jirafa”. Fue jefe del Servicio de Inteligencia Naval desde junio de 1976 hasta fines de 1977. Luego fue trasladado a Mar del Plata. Está procesado desde junio de 2006 por secuestros y torturas en la ESMA y en la Casa del SIN. También está imputado por extorsionar a secuestrados para robarles sus propiedades. Está preso en Marcos Paz.
- El capitán de navío Hugo Enrique Damario, alias “Jirafa”. Fue oficial de operaciones del GT 3.3.2 entre 1977 y 1978, cuando fue designado en el área de prensa de la Cancillería, donde eran obligadas a trabajar varias mujeres secuestradas en la ESMA. En marzo, la Anses informó que lo excluyó del beneficio, pero en su sitio consta que cobra. Está preso en Marcos Paz.
- El almirante Edgardo Aroldo Otero, alias “Honda”, fue director de la ESMA y comandante del grupo de tareas 3.3.2 desde enero hasta diciembre de 1980. Fue detenido recién en marzo pasado y goza de arresto domiciliario.
Capitán, huidizo y fusilador
Plá, el preso
- El capitán Carlos Esteban Plá, ex subjefe de policía en San Luis, está sindicado como el autor material del asesinato de la estudiante Graciela Fiochetti. El ex chofer del servicio de inteligencia de la policía Jorge Velázquez declaró que Fiochetti fue torturada y violada. Le hicieron firmar un acta de liberación, pero al día siguiente volvió a verla en un centro clandestino. Dos noches después la llevaron junto a otro secuestrado a un descampado. Plá los obligó a arrodillarse. “¿Van a hablar o no van a hablar?”, gritó. Ante el silencio, les disparó a la nuca. Plá fue detenido el 26 de septiembre de 2007, después de dos años prófugo.
- El teniente coronel José Tadeo Luis Bettoli, oficial de inteligencia y presidente del Instituto Sanmartiniano de Formosa, está procesado por torturas y desapariciones en la Brigada de Investigaciones de Resistencia, Chaco (causa “Caballero”). También está imputado por la masacre de Margarita Belén.
- El coronel César Amadeo Fragni está procesado en la megacausa Campo de Mayo y será juzgado junto a otros cuatro militares por el secuestro y asesinato de Floreal Avellaneda, de 14 años, cuyo cadáver torturado y atado de pies y manos apareció en la costa uruguaya. El 15 de abril de 1976 el oficial de infantería Fragni estampó su firma en la constancia de detención de Iris Pereyra, en el mismo operativo que su hijo Floreal. Está detenido en el Instituto Penal de Campo de Mayo.
- El coronel Osvaldo César Quiroga está procesado por los homicidios de Miguel Vaca Narvaja, Arnaldo Toranzo y Gustavo De Breuil. El 12 de agosto de 1976, como miembro del Regimiento de Infantería Aerotransportada II, los retiró de la Unidad Penitenciaria 1 de Córdoba con una orden firmada por el general Juan Bautista Sasiaiñ. Luego los fusilaron en presencia de un hermano de De Breuil, también secuestrado, en inmediaciones del estadio Chateau Carreras.
- El teniente coronel Luis Alberto López está procesado como cómplice del asesinato de José Angel Pucheta, Carlos Sgandurra y José Villada, el 28 de mayo de 1976. Como miembro del mismo regimiento que Quiroga y también por orden de Sasiaiñ, los retiró de la cárcel de Córdoba amordazados y encapuchados. Los tres fueron fusilados por un grupo de militares y miembros del célebre Departamento II de la policía provincial. Familiares de Quiroga y de López cobran en la sucursal Belgrano del Banco Nación.
- El teniente coronel Ernesto Hugo Kishimoto cobró su pensión en la sucursal Abasto del Banco Nación durante el año y medio que permaneció prófugo. Fue detenido el 4 de junio, cuando entregó su DNI para el check in en el aeropuerto de Posadas. Fue procesado por delitos cometidos en el Regimiento de Infantería de Monte 29, pero está excarcelado.