Un militar admitió que entregó una detenida a Barda
El teniente coronel retirado Roberto Eduardo Berazay admitió ayer ante el Tribunal Oral Federal 5 que el 4 de agosto de 1976 retiró a Analía Delfina Magliaro de la comisaría 34 porteña, la trasladó a Mar del Plata en un avión tipo Sesna del Ejército y la entregó a un oficial del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601. Magliaro había sido secuestrada en La Plata el 19 de mayo y ya había pasado por dos centros clandestinos de detención. Fue asesinada el 2 de septiembre en un tiroteo fraguado en Mar del Plata. Por su homicidio el tribunal juzga al coronel retirado Pedro Barda, ex jefe del GADA 601 que la recibió con vida.
Por la mañana, Mario Miguel y Juan Alberto Magliaro, hermanos de la víctima, contaron pormenores de la búsqueda de la familia. Nada supieron hasta recibir un llamado, dos meses después del secuestro, por el cual les informaron que estaba en la comisaría 34. La madre, Delfina, acompañada por un tío, ambos fallecidos, le acercaron ropa y comida. No pudieron ver a Analía, pero confirmaron que estaba allí cuando un policía les transmitió una pregunta sobre la salud de un familiar que sólo ella conocía.
Berazay relató que en 1976 integraba la Compañía de Policía Militar 101 y que su jefe le ordenó trasladar a “una detenida” a Mar del Plata. Cuando se presentó en la comisaría 34 encontró resistencia porque “está a disposición del Cuerpo I”, le explicaron, pero tras varios llamados aclararon los tantos y se llevó a la mujer. Pese a que durante los dos meses previos había sido brutalmente torturada en la comisaría 5ª de La Plata y en el centro de detención Vesubio, Berazay aseguró que la joven no tenía esposas ni vendas y que “salió caminando”. Antes de partir en una camioneta rumbo a Aeroparque el militar firmó un registro de detenidos de la comisaría de la Policía Federal. Ayer reconoció su firma.
El oficial retirado de 67 años declaró que el avión, con cinco tripulantes a bordo, partió desde el área militar de Aeroparque. Aseguró que no habló con la secuestrada durante el viaje. “Ella iba a decir que no había hecho nada y le habría tenido que explicar que sí, entonces por respeto no hablaba”, dijo. El avión aterrizó en la pista de tierra de la unidad militar que comandaba Barda. Berazay entregó a Magliaro al capitán retirado Valentín Rezetti, oficial de inteligencia del GADA. Volvió a su casa con una copia del documento que registró el trámite y que aportó en 1984 a un juzgado de instrucción militar para demostrar que la había entregado con vida.
–¿Cuántos traslados similares hizo? –le preguntaron.
–Pocos –aseguró. Recordó los casos de Carlos Menem y de Lorenzo Miguel.
–¿Sabe qué pasó después con Magliaro?
–No, tuve que volver pronto, por problemas meteorológicos.
Los Magliaro volvieron a tener noticias en septiembre. Uniformados armados les entregaron en su casa una nota mecanografiada donde constaba que Analía había muerto “en un enfrentamiento” y que debían retirar su cadáver en 48 horas de la comisaría 4ª de Mar del Plata, donde funcionó otro centro de detención. Un subcomisario apodado Turco les mostró fotos del cadáver y los envió a la morgue a reconocerla. Contaron que estaba flaca y con ropas gigantes. Tenía tres orificios de bala, quemaduras, lastimaduras en pies y muñecas y marcas de cinta adhesiva en la boca y los ojos. Analía Magliaro fue enterrada en La Plata el 24 de septiembre.
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