Macarena Gelman, nieta del poeta Juan Gelman, habló con Página/12 acerca del pedido que hizo ayer en Uruguay para exigir la reapertura de la causa sobre la desaparición de su madre.
Hace ocho años el poeta Juan Gelman y su mujer Mara La Madrid concluyeron la investigación que permitió identificar y restituir la identidad de María Macarena Gelman. Sus padres fueron secuestrados en Buenos Aires el 24 de agosto de 1976 y confinados en Automotores Orletti, el más célebre centro clandestino del Plan Cóndor. Tenían 20 años. Marcelo Gelman, hijo de Juan, fue asesinado de un tiro en la nuca disparado a quemarropa y su cadáver fondeado en un tambor relleno de cemento en el río San Fernando. Su mujer María Claudia García Iruretagoyena, embarazada de siete meses, fue trasladada a un centro clandestino de Montevideo, donde dio a luz y fue asesinada. Luego los militares uruguayos tomaron el ejemplo argentino: nunca entregaron su cadáver. Ayer María Macarena, de 31 años, se presentó ante la Justicia de Uruguay para exigir la reapertura de la causa y el juicio y castigo a los responsables de la desaparición de su mamá.
Más tarde, acompañada por su abogado José Luis González, ofreció una conferencia de prensa en un sitio atípico para reclamos como el suyo: la embajada argentina en Montevideo. “Pido a todos aquellos que sepan algo respecto del crimen de mi madre que me lo hagan saber”, solicitó frente a las cámaras. González enumeró hechos a partir de los cuales reclamaron la reapertura de la causa: las pruebas que confirman la existencia de nuevos vuelos desde Buenos Aires a Montevideo, en los que se trasladó a uruguayos y argentinos detenidos ilegalmente; la acusación del ex jefe del Servicio de Información de Defensa Jorge Silveira contra el teniente coronel José Gavazzo por el asesinato de García y declaraciones indagatorias tomadas en ambos márgenes del Río de la Plata que aportan detalles del traslado.
El anfitrión, embajador Hernán Patiño Mayer, ratificó el interés del gobierno argentino “en el esclarecimiento definitivo de este crimen, el juicio y castigo de sus responsables y el hallazgo de los restos”, manifestó su confianza en la Justicia uruguaya y reiteró la importancia de mitigar “las heridas abiertas por el terrorismo de Estado ejecutado en clave de banda criminal regional a través del Plan Cóndor”.
Por la tarde Página/12 dialogó con María Macarena Gelman.
–¿Cómo nació la decisión de presentarse ante la Justicia para pedir la reapertura de la causa?
–Fue una decisión personal. Después de haber llevado varias instancias de investigación en distintas órbitas y ver que no se llegaba a nada concreto, que no se podía avanzar más, me pareció que éste era el camino a recorrer.
–Usted pidió colaboración hoy “a todos aquellos que sepan algo respecto del crimen de mi madre”. ¿En quién piensa?
–Pienso en cualquier persona, más allá de los que están presos y se han negado a hablar. Creo que en esta situación tiene que haber habido mucha más gente que supo o vio algo y tal vez cree que pueden ser datos pequeños, pero todo colabora. No sólo los militares de alto rango, también los soldados que hayan visto o sabido algo deberían aportarlo.
–Su identidad se conoció a partir de una investigación de su familia, no del Estado. ¿Cree que el Estado uruguayo puede llegar a esclarecer el destino de su mamá?
–Tengo la esperanza de que así sea, sería realmente muy importante. Preferiría que las cosas se resolvieran acá, que fue donde sucedió todo, aunque también en la Argentina tiene que haber información. Alguien tiene que haber autorizado el traslado, alguien tiene que haber manejado los motivos del traslado. La idea es reunir toda la información, del lado que venga, aunque confío en que se pueda dar acá.
–El presidente Tabaré Vázquez se comprometió a hacer todo el esfuerzo para esclarecer el destino de los desaparecidos uruguayos. ¿Qué decisiones debería tomar para ser consecuente?
–Espero que facilite toda la investigación. Confío en que va a ser así. Desde el lado político creo que no se ha logrado nada más. Lo que falta ahora es facilitar la investigación de la Justicia. Pero el Ejecutivo no ha sido el obstáculo, más allá de la Ley de Caducidad (el punto final uruguayo), que si bien no comprende el caso de mi mamá de alguna manera impide el avance de la Justicia. La ley fue refrendada por un plebiscito y justamente ahora se están juntando firmas para pedir que se la declare nula.
–El embajador Patiño Mayer habló hoy de “un pacto mafioso de silencio” entre los militares argentinos. ¿En Uruguay hay indicios que permitan ser más optimistas?
–No, particularmente no soy optimista, aunque espero que de alguna manera se rompa el pacto de silencio, sobre todo a partir del personal militar que no es sindicado habitualmente, que puede tener información y aún no ha sido citado a declarar por la Justicia.
–¿Cómo va a cambiar su vida el día que sepa qué pasó con su mamá?
–No sé cómo me voy a sentir, pero evidentemente todo esto genera angustia. Mientras el ser querido está desaparecido, la ansiedad se mantiene. El hecho de saber en principio me va a aliviar.
–¿Y cuando haya justicia?
–Primero estoy abocada a conseguir la verdad. No sé si la justicia como tal es posible después de lo que pasó, que fue terrible. No sé cómo me voy a sentir. No sé si va a llegar ese día, espero que sí. Pero la vida a mi mamá no se la va a devolver nadie.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-99793-2008-02-28.html
“Mocosa maleducada”
Una vecina del matrimonio que se apropió de María Eugenia Sampallo Barragán, hija de desaparecidos, contó que el capitán Enrique Berthier y el médico militar Julio César Cáceres Monier fueron quienes entregaron a la niña a sus apropiadores. “Yo recibí esa información directamente de boca de Cristina Gómez (la mujer que la anotó como propia) y no la olvido porque hay cosas puntuales que uno no olvida”, declaró Olga Norma González en el juicio oral que se realiza contra Berthier y el matrimonio –ya disuelto– de Cristina Gómez y Osvaldo Rivas. La mujer contó que la misma confesión sobre la procedencia de la chica fue escuchada por otras vecinas, pero que éstas ya murieron.
María Eugenia recuperó su identidad en 2002 y se convirtió en la primera de las nietas recuperadas en querellar a sus apropiadores. Ayer la vecina recordó las versiones que los apropiadores inventaron sobre el origen de María Eugenia, como que era hija de una azafata, hasta que finalmente la mujer le confesó su real procedencia. También relató ante el tribunal los habituales malos tratos de que la chica era víctima en su infancia. Recordó, por ejemplo, un diálogo escuchado a través de un respiradero del edificio en el que la apropiadora Gómez le dijo a la niña: “Mocosa maleducada, tenías que ser hija de guerrilleros para ser tan rebelde”. La vecina contó que para ella “fue una cosa muy fuerte, porque yo no sabía que esas cosas podían ocurrir”. En la investigación también estaba imputado el médico Cáceres Monier, que falleció.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/subnotas/99793-31458-2008-02-28.html
Derecho prehistórico
El embajador Hernán Patiño Mayer agradeció al presidente Tabaré Vázquez “las decisiones tomadas y los esfuerzos realizados” para cumplir con el compromiso que asumió como primer mandatario. “Estamos y continuaremos reclamando por un derecho que se remonta a la prehistoria –agregó–. Desde los comienzos de la humanidad el culto por los muertos ha acompañado la evolución del género humano y su atropello ha sido considerado siempre una expresión de barbarie y cobardía. En mi país, sugestivamente y como una forma de cerrar un ciclo de perversión, algunos de quienes deben rendir cuentas ante la Justicia han decidido autoeliminarse o son directamente eliminados, confirmando así la existencia de un pacto mafioso de silencio. También hemos escuchado a quienes quieren hacer aparecer a los victimarios como víctimas. Los mismos que inventaron una guerra que nunca existió para justificar el terrorismo de Estado y el asalto al poder, quieren desnaturalizar la acción de la Justicia. Una vez más les pedimos que tengan al menos un gesto de dignidad y no priven de manera definitiva a las víctimas sobrevivientes de sus acciones criminales del encuentro con los restos de sus seres queridos. Basta de impunidad.”
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/subnotas/99793-31457-2008-02-28.html
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