ALGUNOS CACEROLAZOS EN BARRIO NORTE EN REPUDIO A CRISTINA KIRCHNER
“Ella quiere que terminemos como Venezuela, con guerrilla.” “Que renuncie, ¿alguien quiere que se quede?”, los jóvenes que se concentraron en Santa Fe y Callao coincidían en la crítica a la política oficial. Nada de diálogo, sólo rechazo.
La leyenda sobre cartulina era cierta: “Todos somos el campo”. No es que a los vecinos de Barrio Norte les dio un brote de solidaridad. Al contrario. Ninguna de las personas que anoche se reunieron cacerola en mano en Santa Fe y Callao era rata de ciudad. El más lejano de los veinte que charlaron con Página/12 tenía novia paisana y, más importante aún, suegros paisanos. Pero “¡Con el campo no se jode!”, explicaba otro cartel, más grande.
“Por los pollos y el campo. ¡Fuera K!”, escribió Mariana de Roque Pérez.
–¿Por qué estás acá?
–Se me mueren los pollos.
–¿Hay retenciones a la exportación de pollos?
–No, pero los camiones no pueden pasar y la culpa es de la Presidenta. No la acepto desde el vamos –se sinceró.
–¿Qué medida esperás que tome?
–Que renuncie ¿Alguien quiere que se quede? Ella quiere que terminemos como Venezuela, con guerrilla.
–¿Hay guerrilla en Venezuela?
–No sé, pero están todo el tiempo peleándose, los piqueteros contra las clases altas.
Hizo una pausa, temió haberse enredado y pidió: “No pongas mi apellido”. Cumplido.
No era una interpretación aislada. “Andate o Venezuela o Cuba”, invitaba un cartel. “Cristina: ¡exilio!”, otro. Una amiga intentó socorrerla: “Generan revueltas sociales en sus países. Se rodean de matones como D’Elía. No se la votó para eso”.
–¿A quién votaron?
–A Lavagna, lo único que había.
Los perfiles eran inconfundibles. Edad promedio: 18 a 25 años. Varones de boina y bombacha Cardon, camisa Polo, chomba Kevingston. Las chicas, lejos del estereotipo de flaca porteña, lucían rozagantes, rubias, con esa ostentación de vida sana típica de quien creció con leche espesa de vaca recién ordeñada, pan casero y abundantes chacinados. Los carteles no dejaban mentir: Lobos, San Antonio de Areco, La Pampa, Tres Arroyos.
“Cristina quiere que nos enfrentemos el pueblo contra el campo. No debe ser así”, explicó Guillermo Urruty, productor de Coronel Suárez que viajó sólo para manifestarse. Su reclamo fue de los más moderados: “No queremos retenciones móviles, queremos que las retrotraigan al treinta por ciento”. Su hija Paz, estudiante de Psicología de la UBA, agregó: “El desabastecimiento lo genera el Gobierno con las retenciones. Con los discursos confunde. Muchos pequeños productores ya se fundieron. La diferencia con la ciudad es que la gente de campo es consciente de que si se funde el campo, se funde el país”. De fondo, la muchachada cantaba: “Si este no es el pueblo ¿el pueblo dónde está?”. El pueblo miraba por TV.
“No nos enfrenten entre argentinos.” “Si sos democrática dejá de mandar matones y bancate que el pueblo no te apoye.” “Cristina: la nueva plaga del campo.” “No protesto con palos. Puedo hablar. Hablemos.” “Dejá de mentir. A los medianos y pequeños nos roban.” “Distribuí las miles de hectáreas que tenés en el sur.” “Patria = Campo.” Eso decían los carteles de los jóvenes que bajaron desde sus departamentos tras el discurso.
Un hombre en andas, canoso, chomba de rugbier, pidió silencio y gritó: “Lo único que hace es darle fuerza a los compañeros del interior. Nosotros también debemos darle coraje, autoconvocándonos todas las noches”, predicó. La masa lo ovacionó.
Fernando Baldivieso, futuro aviador civil, fue el foráneo de la manifestación. “Soy de Buenos Aires. La familia de mi novia tiene campo. Voté a Cristina pero no esperaba esta medida. Argentina es el único país que tiene estas retenciones. De cada cien pesos que producen apenas quince les quedan limpios. Los productores se están yendo a Uruguay”, anunció.
Un muchacho se subió a los hombros de su amigo e intentó arengar:
–¿Vamos al Obelisco?
–Nooooo –fue la respuesta unánime. Se bajó resignado
Página/12 divisó a un hombre mayor, morocho, curtido, creyó dar con un peón que naufragó en Barrio Norte, pero no, tampoco.
“Soy artista, autor y compositor, el caminante número uno del país. Juan Carlos Balvidal me llamo. Canto en San Telmo y Recoleta. Pero soy de Junín, mi familia vive allá y estoy angustiado. Todo lo que llega a la mesa es obra del campo. Me dolió el discurso. Mi familia trabaja, son pequeños productores.”
–¿Reclama que bajen las retenciones o algo más?
–Lo mejor que pueden hacer es irse.
–¿Quién le gustaría que gobernara?
–Juan Carlos Balvidal, el caminante argentino.
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