EL RELATO DE JUAN PUTHOD, EL SOBREVIVIENTE DE LA DICTADURA QUE ESTUVO SECUESTRADO DURANTE 28 HORAS
Cuenta que sus captores lo interrogaron sobre un homenaje que estaba organizando a Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereira Rossi. Le pusieron una gorra, una venda y le ataron las manos con soga. “Nosotros los cuidamos. Nosotros los secuestramos”, le dijeron.
Juan Evaristo Puthod, sobreviviente de varios centros clandestinos, testigo en causas judiciales como Campo de Mayo y presidente de la Casa de la Memoria, por la Verdad y la Justicia de Zárate, fue secuestrado por desconocidos durante 28 horas. Pese al amplio despliegue policial, sus secuestradores nunca perdieron la calma, lo liberaron a las once de la noche a quince cuadras de la Casa de la Memoria, desbordante de compañeros pero también de policías, y al cierre de esta edición no había ningún indicio firme sobre los responsables del hecho.
Puthod y sus compañeros habían anunciado días atrás un homenaje a los militantes montoneros Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereira Rossi y recorrieron los campos de la zona donde los fusilaron en busca de testigos. Según relató a Página/12, el acto fue uno de los cuestionamientos más concretos que le formularon los captores. La Casa difundió hace un mes un documento titulado “Crónica de un fusilamiento anunciado” en el cual acusan al subcomisario Luis Abelardo Patti como responsable de esa ejecución.
“Tengo sentimientos superpuestos. Estoy contento de estar con mi familia. Desde que aparecí no pude parar. Estuve internado anoche por mi corazón, porque aparecí con casi 500 de diabetes. Y desde que salí no paré”, explicó Puthod en diálogo con Página/12.
–¿Cómo fue el secuestro?
–Fue a dos cuadras de la Casa, camino a la radio. Me agarraron de atrás. Me pasaron una mano por el hombro, creo que me pusieron una pistola en las costillas y dijeron “tranquilizate, flaco, caminá”. Me bajaron la gorra de lana en los ojos, quedé prácticamente ciego. Además por la tortura en la dictadura perdí el ojo izquierdo. Me subieron a un auto y me llevaron, supongo que a un campo. Me metieron en una casa, en una pieza.
–¿Lo vendaron?
–Primero estoy con la gorra baja. En la casa me ponen la venda y me atan las manos con soga, separadas, a un elástico en el piso.
–¿Ahí lo interrogan?
–Primero me dicen “quedate tranquilo, flaco, está todo bien. No hagas boludeces, no te saques la venda, no te la levantes, no te arrimes la mano porque sos boleta. Si hacés todo bien no pasa nada”.
–¿Qué edad le sugerían las voces?
–Cuarenta y pico de años, calculo. Pero muy controlados, serenos. Evidentemente había alguien en la habitación, pero nadie me habla durante muchas horas. El día que aparezco, ya perdí noción del tiempo, me dan un sandwich. Como a la hora aparece el tipo a hacerme una especie de interrogatorio, 15 o 20 minutos. “¿Cómo está?”, pregunta. “Bien, aguantando, pero mal porque estoy acá.” “Bueno, estás mal porque no entendiste los mensajes que te dejamos. Vos te salvaste en la dictadura, te salvaste de tu corazón (en referencia a los cinco infartos que sufrió hace menos de un mes), tal vez te salves ahora. Vos no entendiste que nosotros somos dueños de tu vida. Vos vivís o morís si nosotros lo decidimos, flaco.” Después me preguntó por la Casa de la Memoria, por qué hinchábamos las pelotas, a quién se le ocurrió el tema del homenaje. Le respondí que el proyecto era nuestro, que no tenía relación con la liberación o el encarcelamiento de Patti, que lo veníamos organizando desde antes. Me preguntó por mi relación con ex dirigentes montoneros. Ninguna, le dije. “¿Qué tiene que ver Cobacho con el monumento?” (Por Sara de Cobacho, secretaria de derechos humanos de la provincia) Nada, respondí. “¿Por qué si la sociedad se había olvidado del caso tiene que salir a refrescar la muerte de esos dos terroristas?”, preguntó. Le dije que es parte de la memoria, que se cumplían 25 años.
–¿Antes del diálogo le dijeron que lo iban a liberar?
–No, no. Después me volvió a reiterar que a ellos les pertenece nuestra vida. Y dijo algo que me dejó pensando: “Nosotros los cuidamos. Nosotros los secuestramos”`. ¿Quién se adjudica cuidarnos? La policía, nadie más. Desgraciadamente ellos son dueños de nosotros. Ellos te levantan, te secuestran, te liberan o te matan cuando quieren.
–¿Así terminó el diálogo?
–El tipo se comunicó con su gente y dijo “sáquenlo”. Uno le respondió “ahora no se puede, Zárate está hirviendo”. Ahí me di cuenta de que me estaban buscando. Me tuvieron un par de horas más hasta que me cargaron al auto y me liberaron en el barrio Villa Fox.
–¿Vincula su secuestro con policías?
–Lo vinculo con la policía y no puedo desvincularlo de Patti. Pero les dejé en claro que nuestro homenaje a Cambiasso y Pereira Rossi no tenía relación directa con Patti. El año pasado quisimos recordar a Dardo Cabo, no pudimos por una cuestión presupuestaria. Este año el gasto es menor y vamos a hacerlo.
–¿Por qué cree que estuvo en un campo?
–Por el silencio, por el frío, la brisa. Cuando me bajaron del auto hacía mucho frío.
–¿Lo golpearon?
–En el auto, me pegaron una patada cuando intenté levantar la cabeza.
–¿En algún momento pensó que podían matarlo?
–Estuve tres meses desaparecido y seis años preso. Cuando me pusieron la venda empecé a acordarme desde mi secuestro el 27 de marzo de 1976 hasta el 9 de julio de 1981 cuando salí en libertad. Me acordé de todo. En ese momento esperás que entren, que empiecen los golpes, la picana, el submarino. Es un momento que no le deseo a nadie. Vos esperás lo peor. La tortura y la muerte.
–¿Le dijeron por qué lo liberaban?
–Me dijeron que no querían otro López, que no me iban a hacer mártir. Es una demostración de poder y un mensaje para meter miedo.
–¿Cómo siguen sus días? ¿A qué se dedica además de la radio y la Casa de la Memoria?
–Soy carpintero metálico. Trabajo con fierros, sí.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-103440-2008-05-02.html
COMO FUE LA BUSQUEDA
Las 28 horas de inquietud
Juan Evaristo Puthod denunció que fue secuestrado el martes, a las 18.45, mientras se dirigía hacia la FM 93.9 donde conduce un programa junto con su esposa Graciela Lencina y Martín Labró, los fundadores de la Casa de la Memoria. A las 20, cuando concluyó la emisión, comenzaron a buscarlo en clínicas y hospitales. “Pensamos que se había descompuesto. Tuvo tres infartos hace menos de un mes y no dejó de fumar”, contó Labró a Página/12. A las 22.30 se presentaron en la departamental para denunciar la desaparición. Les costó convencer a la policía. “Dígame la verdad. ¿Seguro que no tiene una amante?”, indagó a Labró un comisario de apellido Pittá. Recién cuando lograron que atendiera por teléfono a la secretaria de Derechos Humanos de la provincia, Sara Derotier de Cobacho, comenzó la búsqueda. “A la una de la madrugada salieron los primeros móviles”, describió Labró.
El operativo incluyó más de trescientos efectivos y varios helicópteros. El miércoles, el olfato de los perros policiales guió a los investigadores a una casa deshabitada de la misma manzana de la Casa de la Memoria. Pero no había nada. El paso siguiente fue detener e indagar a un represor a quien Puthod denunció ante la Justicia e increpó más de una vez en las calles de Zárate: Aníbal Cabutti o Gabutti, quien junto con otros tres prefectos integra un grupo folclórico. “Lo vio en el Instituto de Formación de Prefectura, donde violaba todas las mañanas a una mujer al lado de él. Un día, de una patada, le corrió la venda y pudo verlo”, contó Labró. Los investigadores encabezados por el fiscal Martín Socca le tomaron declaración, pero no encontraron vínculos y lo dejaron en libertad.
Al anochecer del miércoles en la Casa de la Memoria reinaba un total desconcierto. Poco antes de las 23 recibieron el llamado de Puthod, desde una remisería. Minutos después lo recibieron sus compañeros. Derotier de Cobacho, amiga y madrina política, lo estrechó en un fuerte abrazo. Luego fue internado en el hospital Virgen del Carmen, donde lo visitó el ministro de seguridad Carlos Stornelli, quien poco antes declaró que “los secuestradores no resistieron el operativo cerrojo y por eso lo soltaron”. A las 9.50 fue dado de alta y volvió a la Casa de la Memoria. Desde allí fue trasladado a la fiscalía de ZárateCampana, donde declaró durante casi tres horas.
Lo habían secuestrado por primera vez el 27 de marzo de 1976, cuando se presentó en la Prefectura Naval de Zárate para el reclutamiento del servicio militar. Tenía 17 años y militaba en Montoneros. La Secretaría de Derechos Humanos bonaerense describió su cautiverio en un comunicado. Primero estuvo en la comisaría de Zárate. El 28, en un camión lo llevaron a una base de la Armada que hoy está dentro del Instituto de Formación de Prefectura. Un lanchón lo transportó hasta el patrullero ARA Murature, donde pasó varios días con medio cuerpo en el agua. De allí lo llevaron al Arsenal Naval y luego al Tiro Federal de Campana, donde funcionaba un centro de detención del Ejército. El lugar fue demolido el año pasado por la empresa Techint, pese a que recaía sobre él una medida de no innovar, informó la secretaría. Su periplo siguió por Puente 12 y Pozo de Banfield. Al hospital de Campo de Mayo lo llevaron sólo para intentar reconstruirlo. De allí salió en avión rumbo al Regimiento de Caballería 10 de Azul, donde lo blanquearon. Estuvo en el penal de Sierra Chica y luego en la unidad 9 de La Plata, hasta su liberación el 9 de julio de 1981.
Desde la inauguración de la Casa de la Memoria en 2005 recibió varias amenazas, que denunció ante la Justicia de Campana. “Dejate de joder con la Casa de la Memoria o te voy a reventar”, le advirtieron por teléfono. Varias veces lo siguió un Renault 19 gris sin patente. Puthod y Labró participaron de apenas dos reuniones de la Comisión de Campo de Mayo. “Un día presenciamos un debate sobre un espacio para la memoria donde sostenían que las Fuerzas Armadas habían cambiado y que no era descabellado compartir instalaciones con ellos. Casi me vuelvo loco”, explicó Labró. “Además, no quisieron pagarnos ni los pasajes para ir a las reuniones”, agregó.
A principios de este año, la Casa de la Memoria comenzó a organizar el acto en homenaje a Osvaldo Cambiasso y Eduardo Pereira Rossi, militantes montoneros secuestrados en un bar de Rosario, que luego de ser torturados aparecieron fusilados en inmediaciones de Lima, partido de Zárate. El acto está previsto para el 16 de mayo e incluye la inauguración de un monumento en el kilómetro 103 de la ruta 9. “Ahí nace un camino de tierra. Dos kilómetros hacia adentro los mataron”, explicó Labró. También contó que junto con Puthod recorrieron los campos vecinos en busca de testigos que nunca declararon. “Se sorprendieron de que alguien los escuche. Es increíble pero en treinta años nadie les preguntó qué vieron”, agregó. El mes pasado la casa difundió un documento titulado “Crónica de un fusilamiento anunciado”, en el cual acusan al subcomisario Luis Patti de haberlos fusilado el 14 de mayo de 1983. Patti estuvo preso por ese hecho en 1983. Tras recibir enormes presiones el juez que lo había encarcelado cambió su posición y lo sobreseyó. El fiscal federal de San Nicolás Juan Murray solicitó la reapertura de esa investigación.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/subnotas/103440-32557-2008-05-02.html
“Con una idea revolucionaria”
La Casa de la Memoria, por la Verdad y la Justicia de Zárate fue creada en junio de 2005 por Puthod, su esposa Graciela Lencina y Martín Labró, ex militante del PRT-ERP. “La casa nació con una idea revolucionaria. Acá no somos las viudas de los ’70. No lloramos, no es lo nuestro”, explicó Labró, que estuvo preso entre 1974 y 1981, durante la larga vigilia del miércoles. Labró explicó que su compañero es peronista y él marxista “pero igual tenemos ideas afines”. Desde hace dos años y medio los tres conducen de 19 a 20 un programa en FM 93.9 radio de Zárate. Hacía allí iba Puthod cuando lo secuestraron. “Callarse hoy sería cobarde”, se explica desde una cartulina que cita a la monja Léonie Duquet. Las paredes están empapeladas por fotos de centros clandestinos locales: la ex fábrica de tolueno, los pabellones del ex Tiro Federal de Campana, la comisaría, el frente de la “Casa de Piedra”, los galpones del instituto de formación de la Armada y el buque patrullero ARA Murature. “Baño privado en el que fueron vejadas infinidad de mujeres”, reza la leyenda.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/subnotas/103440-32558-2008-05-02.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario