La Masacre de Fátima
“Se sentían necesarios, casi héroes. Decían que todos los gobiernos los iban a buscar”, explicó. “Nos llevaban al baño, nos violaban. Todo se escuchaba. Se sentían impunes”, agregó. Incluso “camino a la sala de torturas pasábamos por oficinas con gente que hablaba, escribía a máquina y les daban de comer a chicos”. La descripción de Superintendencia de Seguridad Federal y su gente en 1976 pertenece a María del Socorro Alonso, sobreviviente que declaró ayer en la novena audiencia del juicio oral por la “Masacre de Fátima” ante el Tribunal Oral Federal Nº 5. “Eran unos psicópatas totales. En la sala de torturas te decían ‘sacate la ropita, sentate, subite a la parrilla’”, relató. A los imputados Juan Carlos Lapuyole y Carlos Gallone los mencionó entre quienes “tomaban declaraciones”. A Miguel Angel Timarchi como “un operativo”.
La primera testigo, Marta Ocampo, contó que tras el secuestro de su hermana Selma su padre recurrió a un amigo: el coronel Carlos Romanella. “Primero se preocupó, nos dijo ‘está en Coordinación Federal, no hay acusación seria, sólo asociación ilícita’. Después se borró porque lo amenazaban. No supimos más de él, pobre hombre”, contó. Horas después Romanella, de 83 años, dijo no recordar su gestión. “Pienso que traté de averiguar algo pero no averigüé nada”, resumió.
Miguel Bianco contó que durante su cautiverio habló con Jorge Argente, víctima de la masacre. “Yo te limpié, no me tires mierda”, le pidió Argente. “Quedate tranquilo, somos amigos, no tengo nada que decir. Ni vos ni yo tenemos que estar acá”, le aclaró Bianco. Al liberarlo le notificaron: “naciste de nuevo, pibe”. Adrián Merajver contó que el 19 de agosto “abrieron mi celda, uno preguntó ‘¿éste va o no va?’ y otro respondió ‘no, sigue’”. Al día siguiente un guardia dijo “se fueron treinta, y cinco por separado”. “Pensé ‘treinta en libertad y cinco a la cárcel’ o al revés. Todavía no teníamos idea de los de-saparecidos.” Lilia Amparo Jons contó que estuvo once días en Superintendencia junto con su marido. Una noche escucharon los gritos de su hijo Pantaleón Daniel Orfano, desaparecido, a quien un ex servicio del Ejército identificó ante la Justicia como una de las víctimas de Fátima.
María del Socorro Alonso contó que la detuvieron en la comisaría 24, de donde salió vendada hacia Superintendencia. “Era una carnicería, gritos, aullidos, personas tiradas como fardos”, relató. Durante su cautiverio contactó a ocho de las víctimas de la masacre. Contó que los guardias “se cebaron” con una chica judía de 16 años a quien violaban. “Nos habíamos convertido en gusanos humanos, seres humillados, pero era doblemente cruel lo que hacían con esta criatura.” Por otra secuestrada que entabló relación con un guardia supo que el “Francés” era Lapuyole. “No sé si el apodo era por el apellido o por el perfume”, aclaró. “Gallone se divertía diciendo que yo era livianita, me agarraba y me tiraba”, declaró. El policía, con anteojos de sol de marco dorado, la miraba impávido. El 19 de agosto un guardia les acercó Crónica con la noticia del asesinato del general Omar Actis. “Ahora van a pedir que entreguemos gente”, les anticipó. Esa noche hubo “un silencio muy especial” en el edificio. Al día siguiente “era vox populi que había pasado algo”. Entre los cautivos enumeró “peronistas, parte de la Columna Norte de Montoneros, dirigentes gremiales como los de Bendix y gente de la JTP de Judiciales”.
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