Desde Córdoba
Luciano Benjamín Menéndez durmió anoche como un preso más en la cárcel de Bower, en las afueras de su querida Córdoba. El Tribunal Oral Federal 1 condenó a uno de los dos mayores genocidas de la historia del norte argentino, junto con el tucumano Antonio Domingo Bussi, a la pena de prisión perpetua. Siete de sus subordinados en el Cuerpo III de Ejército que, como miembros del Destacamento de Inteligencia 141 operaron en el centro clandestino La Perla, también fueron condenados a pasar el resto de sus días en una prisión común y corriente, como cualquier hijo de vecino.
Cuando el juez Jaime Díaz Gavier terminó de leer la sentencia, alguien gritó “¡Por fin justicia!”. Hubo un aplauso cerrado y luego silencio. En la calle la emoción se transformó en llantos, gritos, cantos y abrazos.
El clima que se vivió ayer en los tribunales cordobeses es difícil de sobredimensionar. En la calle, pleno parque Sarmiento, miles de personas, amplia mayoría sub-25, hicieron el aguante desde la mañana, cuando los jueces citaron a los imputados para escuchar sus últimas palabras (ver aparte). En el salón de usos múltiples, que tiene 160 butacas, ingresaron no menos de trescientas personas. Sin embargo, la organización nunca se vio desbordada. Los imputados ingresaron a paso lento y no recibieron un solo insulto. Nadie molestó a sus familiares que presenciaron la audiencia. Los reporteros gráficos pudieron cumplir con su trabajo. Los represores agradecieron por el esfuerzo a sus defensores oficiales y al tribunal por haber conservado el orden durante los dos meses de audiencias. El sargento primero retirado Carlos Alberto Díaz, incluso, se dio el lujo de levantar los brazos con sus dedos en V frente a la multitud que celebraba el fallo.
Menéndez & Cía. fueron condenados por secuestrar, torturar y asesinar, a fines de 1977, a Hilda Flora Palacios, Humberto Brandalisis, Carlos Laja y Raúl Cardozo, militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Según declararon los sobrevivientes de La Perla, los miembros del grupo de “operativos especiales” (OP3) del Destacamento los torturaron sin piedad durante un mes. En la madrugada del 15 de diciembre los sacaron para matarlos en un “operativo ventilador”, como llamaban a las ejecuciones en la vía pública en las que simulaban enfrentamientos. No dejaron detalles librado al azar: eligieron la esquina que mejor los representaba: Sagrada Familia y Ejército Argentino. Los militantes del PRT fueron enterrados como NN en el cementerio de San Vicente. Hasta el momento sólo Hilda Palacios fue identificada por el Equipo Argentino de Antropología Forense.
Para que nadie quedara fuera de la sala, la lectura de la sentencia comenzó media hora después de lo previsto. En las primeras filas se ubicaron Madres y Abuelas de Plaza de Mayo con sus pañuelos blancos. En las últimas, los H.I.J.O.S. con los suyos. Luego llegaron el gobernador Juan Schiaretti, la diputada y nieta recuperada Victoria Donda y funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación encabezados por su titular Luis Duhalde. Los representantes de organismos que debieron elegir sólo una cara visible para ingresar a la sala (Estela Carlotto, por Abuelas; Marta Vázquez, por Madres Línea Fundadora; Laura Conte, por el Centro de Estudios Legales y Sociales).
La mayor fiesta se vivió en la calle. Con sol radiante y abundantes choripanes, hasta los perros bailaban al ritmo que imponía el Movimiento Nacional de Murgas. “Olé olé/olé olá/ los subversivos cada día somos más”, celebraban. Detrás de decenas de banderas de organizaciones sociales, gremios y partidos sobresalían cientos de fotos con rostros de víctimas del terrorismo de Estado. Por los altoparlantes la voz de María Angélica Olcese de Moller, Queca para la historia, que murió la noche previa a la sentencia, recordaba el pánico de las primeras vueltas a la Plaza de Mayo y la fundación de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba, que la tuvo en primera fila.
A las cinco en punto ingresaron los imputados. No volaba una mosca. Igual que el primer día, una cinta negra cubría la escarapela de la solapa del saco de Menéndez, de luto por el fin de su impunidad. Los abogados de H.I.J.O.S. adornaron sus pupitres con las fotos de sus seres queridos. Martín Fresneda con la de sus padres caídos, Tomás y Mercedes Argañaraz, con la abuela Otilia, que los crió con infinito amor. Claudio Orosz con la de sus ex compañeros del colegio Manuel Belgrano: Pablo Schmucler, Claudio Román y Gustavo Torres, todos desaparecidos.
Fotógrafos y camarógrafos inmortalizaron a los militares y se fueron. Jaime Díaz Gavier, presidente del tribunal que también integran José Vicente Muscará y Carlos Otero Alvarez, anunció que los fundamentos se conocerán el 31 de julio y comenzó a leer. En los ocho primeros puntos de la resolución, que fue unánime, rechazó planteos de los defensores. Cuando llegó el noveno, consciente de que iba a leer la sentencia más importante de su vida, hizo una pausa y respiró hondo. Una mano sabia apagó el aire acondicionado para que todos escucharan. “Noveno. Declarar a Luciano Benjamín Menéndez coautor mediato penalmente responsable (ayastrando la eye cordobesa) de los delitos”, y enumeró: “privación ilegítima de la libertad agravada por ser funcionario público, por uso de violencia, por la duración (más de un mes) y por compeler a la víctima a hacer, no hacer o tolerar algo a lo que no estuviese obligada; tormentos agravados por la condición de perseguidos políticos de las víctimas y homicidio doblemente calificado, por alevosía y por pluralidad de partícipes”.
Y siguió: “imponerle en tal carácter para su tratamiento penitenciario la pena de prisión perpetua”. Y la sala explotó en un aplauso que se mezcló con abrazos y llantos. Pero faltaba la frutilla: “En consecuencia, revocar su prisión domiciliaria y ordenar su inmediata detención y alojamiento en una unidad carcelaria dependiente del Servicio Penitenciario de la provincia de Córdoba”.
El tribunal leyó por orden de jerarquías. Dictó cinco prisiones perpetuas, por los mismos delitos que a Menéndez, para los suboficiales retirados Luis Alberto Manzanelli, Carlos Alberto Díaz, Oreste Valentín Padován y para el ex personal civil de inteligencia Ricardo Lardone, todos ex miembros del OP3. Al coronel Hermes Oscar Rodríguez y al capitán Jorge Ezequiel Acosta los condenó a 22 años de prisión y al suboficial Carlos Alberto Vega a 18 años, porque para las fechas de los homicidios habían cambiado de destino. Los cuatro años a favor de Vega son por su jerarquía, menor a la de los oficiales. El tribunal resolvió que todos cumplan su condena en la cárcel de Bower, la más moderna de la provincia. Hasta el comienzo del juicio, cuando por seguridad el tribunal concentró a los imputados en el Cuerpo III, Menéndez, Rodríguez y Vega gozaban de arresto domiciliario, en tanto Padován y Lardone habían sido excarcelados por la Cámara de Casación. “Señores, el juicio ha terminado”, cerró Díaz Gavier, quien miró a los ojos a cada imputado mientras leía las condenas. La sala se puso de pie, los H.I.J.O.S. levantaron sus pañuelos, los familiares las fotos de sus víctimas, y a coro entonaron “como a los nazis/ les va a pasar/ a donde vayan los iremos a buscar”. Fue entonces cuando Díaz, el torturador de cogote macizo, se dio vuelta, sonrió y levantó los brazos con los dedos en V. Nadie le respondió. La música siguió con “Siga el baile siga el baile, al compás del tamborín, que tenemos la cabeza, de Luciano Benjamín”. Mientras las cámaras de concentraban en el gobernador Schiaretti, con lágrimas en los ojos, Orosz arengó para salir a la calle “donde está la gente que hizo posible este juicio”. Toda Córdoba lo siguió.
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http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/1-108449-2008-07-25.htmlLA ARENGA DEL REPRESOR ANTES DE QUE SE LEYERA LA SENTENCIA
Atrasa treinta años
Luciano Benjamín Menéndez aprovechó sus “últimas palabras” para hacer una defensa del terrorismo de Estado. Habló de “la guerra contrarrevolucionaria” y de los “guerrilleros que hoy están en el poder”.
Por Diego Martínez
El ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército llevó ayer un crespón negro.
Con su reloj detenido desde hace treinta años, el general Luciano Benjamín Menéndez tomó el micrófono y se despachó con su vieja arenga. Igual que en los palcos oficiales de la dictadura, igual que en los del gobernador Eduardo Angeloz en los ’80, igual que en la mesa de Bernardo Neustadt y Mariano Grondona en 1984, cuando intentó acuchillar a los militantes que fueron a repudiarlo, el general de ojeras grandes y mirada fría reivindicó lo que llamó “una guerra contrarrevolucionaria” contra “el terrorismo marxista”, dijo que “tenemos el dudoso mérito de ser el primer país en la historia que juzga a sus soldados victoriosos” y se preguntó: “¿Para quién ganamos la batalla?”. No le faltará tiempo para pensarlo.
A las 10.34, la sala se paró para recibir a Su Señoría. Jaime Díaz Gavier, presidente del tribunal, anunció “la última oportunidad de formular cualquier manifestación”. Los imputados estaban debajo de una innecesaria jaulita de vidrio, escoltados por una fila de policías y un puñado de íntimos. Se ubicaron por orden de jerarquía: general, coronel, capitán, suboficiales y civil. Todos menos Exequiel Acosta hicieron uso de la palabra. La mayoría elogió el papel de los defensores oficiales, Mercedes Crespi y Máximo Liva. “Inteligente e intensa”, dijo Menéndez. “Excelente”, el coronel Hermes Rodríguez.
Menéndez repasó su versión de la historia de las luchas populares, criminalizó a la militancia, pero no negó los secuestros, torturas y asesinatos por los que sabía que sería condenado. Fue el único que no desmintió los hechos. “Hace cincuenta años, la guerra estalló repentina y brutalmente en nuestro país”, arrancó. El “asalto de los subversivos marxistas” se ideó “en la Unión Soviética y su filial: Cuba”. “No se trataba de arrancarnos territorio”, sino que “apuntaban al alma de nuestro pueblo”. Pretendían “revolucionar nuestro modo de vida” para “asaltar el poder e instrumentar un régimen comunista”. “Se equivocan quienes creen que el pueblo fue un convidado de piedra en esta guerra”, aclaró.
Para reforzar la idea citó al ministro de Defensa Facundo Suárez, en 1964, cuando anunció “la inminencia de una guerra revolucionaria, silenciosa, pero inexorable, global y permanente”. Siguió por un documento del PRT de 1970 con el anuncio de que “se comenzó a combatir para hacer posible la insurrección del proletariado”; una nota de El Combatiente de 1974 sobre el aumento de poder de fuego de las unidades guerrilleras; una breve historia de Montoneros publicada en Cristianismo y Liberación que anuncia “la ofensiva para la toma del poder” a partir de 1969; y dos “partes de guerra” de organizaciones armadas. “Nos declararon la guerra y ahora hablan de persecución de opositores políticos y represión ilegal”, rezongó. “La subversión actuó desde los ’60 con distintos gobiernos. ¿De quiénes eran opositores? ¿Los perseguía Frondizi, Illia, Perón?” Aseguró que “la Nación ensayó todos los métodos para defenderse”, recordó que “el actual procurador Esteban Righi disolvió la Cámara Federal Penal que procesó y condenó a 1600 guerrilleros y amnistió a los subversivos”. (Aquí una abogada del Ceprodh gritó varias veces “genocida” hasta que fue expulsada de la sala.) “La subversión desbordó todos los sistemas y prohibiciones”, continuó Menéndez. Destacó los decretos de Isabel, Luder & Cía., que “ordenaron el aniquilamiento de la subversión”. “Los marxistas ensangrentaron al país y nosotros estamos siendo juzgados”, dijo. “Ya derrotados, abandonaron la lucha armada y se mimetizaron como pacíficos civiles, siguiendo la doctrina de Gramsci”, redondeó, para deleite del pasquín Cabildo y del diario La Nueva Provincia.
Y volvió al presente. “Los marxistas no conciben la armonía y la concordia. No se sacaron la piel de cordero porque les falta controlar algunos resortes del poder. Son enemigos de la Constitución porque niegan a Dios, reemplazan la paz interior por el conflicto y apuntan a disolver la familia y la propiedad”, dijo. Anunció que en el futuro “van a abandonar el disfraz de la paz y van a volver a la violencia” porque “el comunismo internacional persiste en sus objetivos: antes en la ilegalidad, ahora se apropiaron de la legalidad y desde esa ficción intentan destruir nuestra forma de vida y nuestro ser nacional”. Creyente al fin, manifestó su confianza “de que los argentinos detengamos esta marcha al abismo a la que nos conducen los guerrilleros que hoy están en el poder”.
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http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/subnotas/108449-34235-2008-07-25.htmlLa visión de tres sobrevivientes de La Perla
Liliana Callizo
“Tengo sensaciones encontradas. Alegría porque se hizo Justicia, por ver las lágrimas de los familiares, por el punto de inflexión que vive nuestra sociedad, por ver que los jueces comprendieron la situación social y cumplieron con su deber y porque los sobrevivientes cumplimos con nuestro compromiso ético con quienes ya no están. Tristeza porque hubo que pagar un precio muy alto, porque perdimos a lo mejor de nuestra sociedad, por los métodos inaceptables que se usaron contra una población civil que proponía otro proyecto de país, todo para instalar un proyecto sin consistencia.”
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Teresa Meschiati
“La sentencia genera un gran placer, pero no pierdo de vista que pasaron 32 años para tener un juicio y que esto es recién una primera vuelta. Falta juzgar a los ideólogos de Córdoba: Barreiro, Vergés, Diedrich. Estuve en La Perla más de dos años y, como sobreviviente, tengo la misión de impedir que la memoria desaparezca. Nos falta saber dónde están los compañeros. Por La Perla pasaron más de 2000 y hay sólo 15 identificados. Los imputados demostraron que siguen siendo cobardes. Menéndez fue el único que, con un discurso retrógrado y describiendo un comunismo que nunca existió como él lo describe, al menos defendió su línea. Los otros, nada, como si no hubieran secuestrado, torturado y matado. Pero repito, el proceso recién comienza, y estoy dispuesta a seguir hasta el final.”
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Héctor Kunzmann
“Son sentimientos difíciles de describir. La alegría es muy profunda, pero desgraciadamente detrás hay mucho dolor, muchos compañeros desaparecidos. Por eso es una alegría a medias. El fallo me sorprendió, fue ejemplar. Nos anima a seguir. No hay que perder de vista que la mayoría de los responsables siguen impunes. Hay que seguir por Barreiro, Vergés, ‘Palito’ Romero y tantos otros.”
Otras voces
- Eduardo Luis Duhalde, secretario de Derechos Humanos: “Es la condena más importante dictada en juicio oral después de las de las ex Juntas Militares y de Ramón Camps. Fue un fallo ejemplar, un proceso de absoluta transparencia y se ha hecho justicia. Es una jornada histórica, porque se ha juzgado a uno de los hombres más impunes de los jefes militares. El criminal Menéndez fue el dueño de la vida de los millones de habitantes de Córdoba, La Rioja, Jujuy, Salta, Tucumán, Mendoza, San Juan, San Luis, Santiago del Estero y Catamarca. Más de un tercio de los 30 mil detenidos desaparecidos fue en jurisdicción del Tercer Cuerpo del Ejército”.
- Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba: “Es un día histórico para Córdoba porque la justicia de la democracia ha condenado al mayor responsable del terror en que estuvo sumida la provincia hace 30 años. Tuvieron un juicio justo como corresponde a las instituciones democráticas, sin espíritu de venganza, sin odios ni rencores. Menéndez tuvo las garantías que él no dio a ningún compañero a los cuales secuestró y torturó”.
- Hebe de Bonafini, Asociación Madres de Plaza de Mayo: “Fue un día clave para los argentinos. El violador, torturador y asesino de Menéndez fue condenado y eso es importantísimo. Recuerdo cuando en 1984 Menéndez fue fotografiado con un cuchillo en la mano mientras se abalanzaba sobre manifestantes que lo repudiaban. Yo estaba en Córdoba con otras organizaciones que repudiaban al genocida y guardo los recortes periodísticos de los medios, que desfiguraban su condición denominándolo ‘cuchillero’. El ‘cuchillero’ fue condenado por torturador”.
- Gerardo Morales, titular de la UCR: “El fallo expresa el repudio moral de todos los argentinos al autoritarismo y al terrorismo de Estado. Aunque es insuficiente, ya que Menéndez es condenado en este caso por sólo nueve hechos, sin saber qué suerte correrá el resto de los delitos de lesa humanidad perpetrados por el genocida, estamos satisfechos. La acción de la Justicia es siempre bienvenida. La sentencia reafirma el compromiso de seguir luchando por la verdad, la justicia y la memoria, tal cual bregara el radicalismo desde el gobierno de Raúl Alfonsín”.
- Mesa Nacional de la Coalición Cívica: “Que haya verdad, justicia y condena para los delitos de lesa humanidad ayuda a fundar la paz”.
- Patricia Vaca Narvaja, vicepresidenta de Diputados: “La condena a Luciano Menéndez impone justicia y verdad. La sentencia nos ayuda a conocer la verdad y reivindica la memoria de una generación de personas desaparecidas, víctimas del terrorismo de Estado”.
- Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia: “Es un hecho histórico en relación a la búsqueda de verdad y el reclamo de justicia. Esta necesaria e imprescindible condena abre un camino sin retroceso hacia la plena justicia en la Argentina. Manifestamos nuestra satisfacción porque prevalece la justicia sobre la impunidad”.
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http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/elpais/subnotas/108449-34238-2008-07-25.htmlRecordaron la Noche del Apagón
Más de un millar de militantes de organizaciones de derechos humanos marcharon ayer desde la localidad de Calilegua hasta Libertador General San Martín, en Jujuy, para recordar la denominada “Noche del Apagón”, en 1976, cuando fuerzas conjuntas del Ejército, Gendarmería y la policía cortaron el alumbrado público, ingresaron a viviendas “marcadas” y secuestraron a más de 300 personas, de las cuales unas 30 están desaparecidas. Mientras marchaban, los manifestantes se enteraron de la condena al ex comandante del Tercer Cuerpo de Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y celebraron el fallo de la Justicia cordobesa. La marcha fue organizada por Madres de Detenidos Desaparecidos de Ledesma, Centro de Acción Popular “Olga Márquez de Aredez”, e HIJOS, entre otras organizaciones, y estuvieron con ellos Nora Cortiñas y Tati Almeida, de Madres de Plaza de Mayo línea fundadora. Los manifestantes recordaron al abogado y escritor Andrés Fidalgo, que falleció el 20 de julio pasado, quien ejerció la defensa de detenidos durante la dictadura y estuvo exiliado en Venezuela. Como viene ocurriendo desde hace 25 años, la marcha partió a pie a las 15 desde Calilegua a Libertador y llegó a Libertador San Martín a las 18, donde se hizo un acto público en la plaza del pueblo. Las organizaciones de derechos humanos depositaron en la plaza la cenizas de Olga González de Herrera, madre de “Nino” Herrera, desaparecido en el departamento de Ledesma, quien había fallecido en Buenos Aires.